jueves, septiembre 07, 2006

Miami según Beigbeder

"Pamelasandersons de todas las tallas, jeanclaudesvandammes por todos lados. Todos somos ‘Friends’. Tomamos rayos UVA antes de extender nuestros rostros hacia el sol. Para resistir en un mundo así hay que parecerse a un bomboncito o a un actor de película porno. Nos drogamos porque el alchol y la música ya no bastan para proporcionarnos el valor necesario para hablar entre nosotros. Vivimos en un mundo en el cual la única aventura consiste en coger sin forro. ¿Por qué todos perseguimos la belleza? Porque este mundo es feo hasta la náusea. Queremos ser hermosos porque queremos ser mejores. La cirugía estética es la última ideología que nos queda. Todo el mundo tiene la misma boca. El mundo se muestra horrorizado ante la perspectiva de la clonación humana cuando, en realidad, la clonación ya existe y se llama ‘plastic surgery’. En todos los bares, Cher canta ‘¿Crees en la vida después del amor?’. De ahora en adelante tendremos que preguntarnos por la vida después del Hombre. Una existencia de sublimes criaturas pos-humanas, liberadas de la injusticia de la fealdad, cuya capital mundial sería Miami. Todos tendremos las mismas frentes arqueadas e inocentes, pieles suaves como el satén, ojos almendrados; y habrá un reparto general de labios carnosos, pómulos altos, narices respingonas (...) En el Coconut Grove un hombre saca a pasear a seis chihuahuas con correa y recoge sus mierdas con un guante de plástico (...) Nos damos cuenta de que en Miami estamos dentro de un anuncio gigante. Ya no es la publicidad que imita a la vida, es la vida que copia a la publicidad. Cadillacs de color de rosa con los bajos iluminados por neones vibran al compás de raps chicanos. Tanta belleza y riqueza sólo pueden provocar aturdimiento (...) El distrito Art Deco de Miami está situado al sur de la ciudad y junto al mar. Fue construido para los jubilados, en los años treinta. A principios de los cuarenta, muchos militares fueron movilizados a Miami ya que el ejército americano temía un ataque japonés sobre Florida. Luego, en 1959, la caída de Batista arrastró consigo una fuerte inmigración cubana. Así pues, Miami es una mezcla de jubilados (titulares de fondos de pensiones para los cuales los asalariados del mundo occidental trabajan durante años), de militares (que les protegen) y de cubanos (que les drogan): el cóctel perfecto. En los años setenta, la crisis del petróleo amodorró la ciudad. Parecía que estaba acabada, pasada de moda, hasta que diez años más tarde, en 1985, un anuncio volvió a lanzarla. Aquel año, Bruce Weber disparó una serie de fotografías para Calvin Klein en Ocean Drive. Inmediatamente, la publicación de aquellas páginas de publicidad en las revistas del mundo entero hizo que Miami se convirtiera en la capital mundial de la moda. Miami es una ciudad cuyo príncipe es un fotógrafo. Si los nazis hubieran tenido la fuerza de impacto publicitario de un lugar como éste, habrían asesinado a diez veces más personas (…) Seres sobre ruedas, cubanos cobrizos, gays en pantalón corto se deslizan por las veredas, con los ojos escondidos atrás de unos Oakley último modelo. Todas estas cosas no son contradictorias. Al final, los nazis han ganado: incluso los negros se tiñen el pelo de rubio. Luchamos por parecernos a la feliz Hitlerjugend, con unas tabletas de chocolate Galak por abdómen (...) Ocean Drive con neones que electrocutan a los fosforecentes transeúntes. El viento cálido arrastra los flyers de las fiestas que ya no volverán (...) Miami Beach es una gigantesca confitería: los edificios parecen helados y las chicas bomboncitos que a uno le gustaría dejar derretir debajo de la lengua (...) La gente es tan narcisista que sólo hace el amor consigo misma. ¿Qué es una jornada redonda en Miami? Un tercio de patines, un tercio de éxtasis, un tercio de masturbación.”

(“13,99 euros” de Beigbeder)

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