La pequeña me gusta mucho. Me di cuenta cuando con lágrimas en los ojos me dijo tiernamente que había elegido volver con su ex, "básicamente porque junto a él soy más feliz". Eso es lo que yo llamaría poder de síntesis en cualquier caso. Una sola entrada con la espada, nada más que argumentar, el toro que se desploma sobre sus rodillas. "Las niñas de esa tierra no se andan con vueltas", pensé en el instante. Después cogimos el resto de la tarde, nos despedimos sin ceremonias y quedamos en que ella me llamaría para (quizás) vernos nuevamente antes de que yo parta nuevamente.
Su llamado de hoy fue lo que me despertó cerca del mediodía. Me sorprendió con alegría. Tenía el propósito de que a mi no se me ocurriera ir a comer bondiola a un restaurant que es un clásico de mis domingos en Buenos Aires y que, parece, ahora es un clásico de ella y su ex. "Mi bondiola hoy se la come el otro", pensé en el instante. Pero después sugirió tarde y cena conmigo y todavía estoy esperando para ver si es un hueso que me tiró para que me quede mascando mientras la vida sucede en otra parte. Sólo el tiempo para saber. Las mujeres son un animal extraño. Nunca dejarán de maravillarme.
domingo, septiembre 03, 2006
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