domingo, abril 22, 2007

Cosas del marketing

Me gustaria mucho ver unas nuevas pastillas anti conceptivas, dirigidas al público teenager, que se llamasen NO BABIES YA! Creo que tiene gancho y sentido de inmediatez.

sábado, abril 21, 2007

Game Over

El otro día André R. dijo con un suspiro:
- La vida amorosa es como un video game.
Todos nos quedamos esperando las aclaraciones pertinentes, que no tardaron en llegar.
- Uno corre, corre, corre, atraviesa obstáculos, gana bonus y de repente pierde la vida. Pero no hay ni siquiera tiempo suficiente para lamentarse. Inmediatamente aparece una nueva vida para que uno corra, corra, corra y de repente vuelva a ser vencido por algún obstáculo insuperable. Es siempre así.
- Pero en un momento el juego se termina. Cuando uno ha perdido definitivamente.
- Si. Pero sólo hasta que se pone la siguiente ficha.

martes, abril 17, 2007

Orgullo nacional


En Clarin, como era de esperarse, la noticia de la masacre de treinta y tres personas en una escuela de Virginia ocupó el primer lugar de la edición impresa y de la digital.

Como era de esperarse también, el segundo lugar destacado en el gran diario argentino fue para el hecho -impresionante- de que había una maestra 'argentina' entre los docentes de dicha escuela.

¿Cuál es la noticia entre líneas? ¿Acaso que la maestra argentina fuera considerada en parte culpable por haber sido docente del psicópata y eso podría afectar el célebre prestigio internacional de la carrera de magisterio en la Argentina? ¡Nooo, nada de eso, si el tipo ni siquiera era un alumno! Se trata apenas del ya bien conocido 'estuvimos allí'. Los ojos del mundo hoy están puestos sobre la tragedia, la maestra está cerca del ojo de la tormenta y es argentina. Ergo: una vez más, los ojos del mundo están pendientes de algo 'argentino'. ¡Vamos todavía!

Y después nos parece que el sensasionalismo es Crónica y que la frivolidad está solamente en la revista Caras.

lunes, abril 16, 2007

Todos los horrores, el horror

En este post me despaché de lo lindo contra la propaganda política y opiné abiertamente sobre los que considero aciertos geniales de mecanismos de comunicación -como los del 'just entertainment' del cine norteamericano o el romanticismo de la dictadura cubana-. Ni mencioné otro gran logro mediático -porque es más delicado y podía enturbiar todo el razonamiento- que es muy bien aprovechado políticamente. Me refiero a la carta blanca que tiene Israel para que nadie pueda hablar de las barbaridades que cometen cada día en Gaza y Cisjordania, o inclusive en el estado independiente de Líbano, porque parece que nadie puede decir nada de ellas sin ser acusado inmediatamente de "anti semita". Pero hoy ha sucedido algo interesante y por eso aprovecho para ganarme el rencor de varios amigos judíos que piensan que "una vez víctima, víctima para siempre".

En el abc de la psicología conductista es ley que lo que a uno le molesta del Otro, es algo que está presente en uno y justamente por eso molesta. Y si uno se pone lacaniano se sabe que en todo discurso las palabras tienen valor más allá del puramente significante o simbólico. Creo que esto jamás se le pasó por la cabeza al primer ministro del estado fascista de Israel, Ehud Olmert, que en el acto de homenaje por los sesenta años del Holocausto aseguró que "son numerosos aquellos que todavía no han aprendido las lecciones de la Shoah, sus ojos están cegados y sus corazones cerrados por el odio" porque en la actualidad es justamente Israel quien no parece haber aprendido nada del horror que vivió el pueblo judío, a la luz del modo que elige para tratar al pueblo palestino desde hace décadas.
"Niegan al pueblo judío el derecho de vivir en un Estado soberano" dijo el jefe máximo de un Estado erigido en la zona que alguna vez se llamó Palestina y que ahora le niega el mismo derecho a sus vecinos. "Son los primeros en encontrar justificaciones a cualquier acto atroz perpetrado contra nuestros residentes", agregó inocentemente, tal vez sin darse cuenta que parecía que hablaba de su propia política en los territorios ocupados con violencia por el ejército israelí.

Pero el discurso de la presidenta en funciones israelí, Dalia Itzkik, parecía un acto fallido a propósito de estas observaciones del psicoanálisis. Dijo: "El mundo necesita estar al tanto y recordar que los nazis eran seres humanos. Las atrocidades son creadas por la gente."

Si yo fuera su analista le hubiera agregado: "Por eso aquellos que alguna vez fueron las víctimas, deberían pensar que hoy pueden ser los verdugos. Y horrorizarse por ello".

domingo, abril 15, 2007

San Yo

¿Ahora resulta que el Papa reune a los fieles en la Plaza de San Pedro para festejar su cumpleaños? Ni los problemas de la fe ni la Pascua, Navidad o alguna huevada eucarística para que las monjas del mundo visiten Roma. "Estamos aqui para conmemorar el fin de un largo período de mi vida", dijo el desvergonzado; y para colmo el cumpleaños es recién mañana. Después habló de su vida, de los momentos vividos en su infancia y de los amigos como si estuviera brindando en una cantina de La Boca. Ahora lo único que nos falta es que editen su autobiografía y hagan una miniserie con Anthony Hopkins en el papel principal. Volvé Wojtyla que te perdonamos todo.

sábado, abril 14, 2007

W.C.

- ¿Por qué se escucha tanta agua? –pregunta ella-.
- Porque estaba en el baño.
- ¿Hablabas conmigo sentado en el inodoro?
- Si… ¿te molesta?
- Y… es como que te estabas cagando en lo que te digo.
- No digas eso, no es verdad.
- Bueno: estabas cagando mientras yo te decía algo importante.
- No estaba cagando.
- Ahora ya no sé si puedo creerte.
- Vos sabrás pero ¿para qué te iba a mentir?
- Que sé yo. A nadie le gusta que lo descubran haciendo alguna asquerosidad.
- Vos no descubriste nada, yo te dije que estaba en el baño.
- Tampoco había manera de que me lo ocultaras.
- No te creas, eh. ¿Qué estoy haciendo ahora?
- Nada. Ahora no estás haciendo nada.

martes, abril 10, 2007

Ella es graciosa

- Ma, te digo que el cartucho de la impresora no tiene tinta.
- Si tiene. Yo te lo hice recargar.
- Bueno, vos lo habrás hecho recargar pero yo lo acabo de poner y no tiene tinta.
- Es que se reseca porque vos lo tenés guardado sin usar mucho tiempo. Hay que frotarlo y vas a ver que anda.
- ¿Cómo a la lámpara de Aladino?
- Dale, dame el cartucho que te muestro.

- ¿Y ahora?
- Sigue igual.
- A ver: hacé una impresión más. Con la misma hoja, no tiene importancia... ¿Y?
- Lo mismo.
- Dejame ver. Mmm... me parece que esto es un problema de la impresora, ¿eh?
- Ma: aparece una ventana en medio de la pantalla que dice clarito que la impresora no tiene tinta.
- A ver: hace otra más.
- Ma...
- Haceme caso. Hay que hacer varias impresiones hasta que empieza a salir la tinta de nuevo.
- Ufff!
- A mi me pasa todo el tiempo. ¡Viste! Ya está imprimiendo mejor.
- Ma: es el mismo texto que ya lo pasé como cuatro veces, por eso parece que está mejor.
- Bueno, pero probá varias veces más.

Y ella, sentada a cierta distancia, siendo testigo de todo comenta con una sonrisa:

- Es que la primera impresión no es la que vale.

Diagnostico

Las Celebridades del Mal hace mucho que no se juntan. Mucho trabajo, caminos distintos. Pero cada tanto alguno de sus miembros da algún consejo útil a aquellos que los piden... y merecen recibirlos. El otro día durante un almuerzo, André R. le preguntó a Heitor:
- Y Fulanita, ¿qué onda?
- Loca -dijo lacónicamente Heitor mientras tragaba un raviol-.
- ¿Y Mengani...?
- Loca -sentenció sin dejarlo terminar de decir el nombre-.
André se rió viendo que no había espacio para la duda. Entonces yo lo mire seriamente y dije con el aire de un oráculo:
- Evaluar a una mujer es como diagnosticar a las internas del Moyano. Puede que encuentres algunas que no sean psicópatas criminales. Pero todas serán locas.

lunes, abril 09, 2007

Gran Hermano, la película

Boletería de Hoyts Cinema en el Abasto, 20:54. Estoy en la fila con mi entrada en la mano para pedir un ticket de estacionamiento gratuito pero hay un joven argentino delante mío teniendo el siguiente diálogo con el empleado.

- Me das un ticket de estacionamiento por favor.
- Si, claro. Permitime tu entrada.
- No, es que acabo de salir del cine y ya no tengo la entrada.
- Es que sin la entrada no te puedo dar el ticket.
- Pero... ¡acabo de ver la película! Si querés te la cuento toda...
- No puedo darte el ticket si no me mostrás la entrada.
- No sé -dice el indigando espectador-. Vi la película y tengo derecho al estacionamiento gratis. No sé, fijate en la grabación por circuito cerrado que entré a ver la función.

En ese momento no esperé más en la fila y avancé como si todos los boludos de este país se hubieran vuelto invisibles de repente.

martes, abril 03, 2007

Mucho más que 300


Sé que para algunos es un pecado escribir posts muy largos y este es interminable.
Sé que para muchos, el blog sólo debiera ser un espacio para reflexiones banales, textos literarios de efecto o crónicas graciosas. Acá me zarpé. Me agarró la indignación política, último resabio de algo que se parece a cierta militancia ideológica, y me fui al carajo. Pueden parar de leer en este instante y mantener sus convicciones. O seguir y evaluarme, con cariño.

Ayer fui al cine a ver “300”, el estreno con bombos y platillos de la semana, una película llena de acción y emoción destinada a ser un éxito de público. Basada en una novela gráfica de Frank Miller, la propuesta estética de los realizadores elije mantenerse firme en el camino que la une con esa raíz. Trabajada con efectos visuales de principio a fin, “300” es una película para que aquellos que son sensibles a la plástica se detengan a opinar sobre el tratamiento del color, la textura de la imagen y su novedad cinética.

Pero yo pienso primero en el argumento y entonces ya no consigo pensar en otra cosa. Porque si bien no es ninguna novedad, todavía me dan escalofríos cuando escucho como nos quieren contar algunas historias.

En el contexto de las Guerras Médicas, “300” cuenta la historia de la batalla de las Termópilas, en la que Leonidas I, rey de Esparta, enfrentó la invasión persa del rey Xerxes, acompañado solamente por trescientos soldados de su Guardia Personal, porque el resto del ejército espartano no podía ser movilizado en virtud de una fiesta religiosa sagrada y de que el oráculo había profetizado que había “que sacrificar a un rey o a toda Esparta”. Basada en una estrategia que aprovechaba las ventajas del terreno y relativizaba la superioridad numérica de los persas, la defensa suicida de las Térmopilas fue esencial para demorar el avance del ejército persa -compuesto por un millón de hombres- del tal modo que las pólis griegas pudiesen organizarse y repeler la invasión con éxito, tal como sucedió. El rey Leónidas I y sus trescientos hombres pasaron entonces a la historia como héroes en la guerra que enfrentó a Oriente y Occidente por primera vez.

No puede decirse que “300” falte a la verdad histórica tanto como películas como “Troya” ni que hacer eso por cuestiones dramáticas sea un pecado que no deba cometerse jamás. Pero lo importante es percibir la intención que hay detrás de cada modificación argumental porque siempre es, mal que les pese a los que quieren ver cine ‘sin mensaje’, una decisión ética. Después de analizar la intención que pudiera haber en ciertos detalles de la adaptación de la obra de Frank Miller, me atrevo a sugerir que “300” es de las películas políticamente más propagandísticas que el cine americano ha producido en los últimos años.

En EEUU el cine es considerado una industria y no un arte. Eso que para algunos sólo quiere decir que en EEUU lo que importa es que el cine sea lucrativo como la fabricación de automóviles o computadoras, en realidad es un concepto mucho más amplio. La industria del cine es la segunda fuente de ingreso de la mayor potencia del planeta (sólo superada, llamativamente, por la de fabricación de armamento) y cómo tal tiene un lugar de privilegio en las conversaciones que el gobierno norteamericano, como cualquier gobierno, tiene con sus industriales para delinear el rumbo de la economía. El problema es que el cine puede no ser un arte pero siempre es comunicación. Por eso los industriales que hacen cine lidian con problemas extras que aquellos que fabrican combustibles, acero o alimentos. Hace mucho tiempo que quien quiere enterarse sabe que el gobierno norteamericano se interesa por la temática que los grandes productores de Hollywood piensan abordar en las producciones de cada año y que suscriben acuerdos para determinar el tono de ciertas películas que tratan aquellos temas que son considerados de interés nacional y el alcance de su apoyo. Los productores de Hollywood, igual de poderosos que los magnates del petróleo, los productores agropecuarios o los fabricantes de automóviles, también tienen enlaces con el poder y posiciones ideológicas que defienden de acuerdo a su conveniencia.

Todos los otros países del mundo que tienen cine lo tratan como parte de su política cultural. Para fomentarlo suelen promoverse distintos tipos de créditos especiales, subsidios y excepciones fiscales si las películas comunican y muestran valores de interés cultural para la nación. Esa definición de ‘interés cultural’ varia entre ser cualquier película simplemente hablada en el idioma nacional, que muestre algo del patrimonio territorial o que trate temas sociohistóricos propios a películas sintonizadas políticamente con la administración de turno. Porque el cine en tanto medio de comunicación, también puede ser una poderosa herramienta de propaganda.

En poco más de cien años de vida que tiene el cine, esta última característica nunca fue tan burda y evidente en su vocación manipuladora que durante la existencia de la Unión Soviética y el realismo socialista. Pero yo diría también que nunca estuvo más disimulada que en el cine norteamericano desde entonces y hasta la fecha. Todo el torpe rigor que la política cultural soviética exhibió para que su cine reflejase descaradamente las supuestas bondades de su sistema, en el caso de los EEUU se disfraza de liviandad para declarar que todo cine es entretenimiento y nada más mientras se baja línea y se educa a todo un mundo. Bajo ese engaño, EEUU pareciera ser el único país del mundo que no tiene política particular de ‘interés cultural’ para su cine porque el cine americano es una industria de éxito, su iconografía es tan potente que todo lo impregna, y nadie en su sano juicio supone que deba buscarse otro interés en una industria de base como no sea económico. No hay ningún país del mundo que goze de este privilegio –tal vez la India sea el que más se aproxime, pero dada su singularidad cultural no alcanza la tremenda proyección internacional del cine americano-. Esta supuesta ausencia o desinterés es rápidamente aceptado por todos porque interpretamos que el ‘interés cultural’ de una nación por su cine es apenas una manera artificial de sostenerlo económicamente al no ser capaz de sostenerse por si solo como industria.

Pero los norteamericanos son los más hábiles comunicadores del planeta y en parte por eso son la potencia número uno, los que dictan las reglas del juego del resto. La Alemania hitlerian sentó las bases –de la mano de talentos como Albert Speer y Leni Riefehnstahl-, tuvo su momento de gloria y al final de los años ’30 toda Europa estuvo a sus pies. La administración castrista de Cuba ha sido capaz de semejante proeza mediática también y a pesar de ser la dictadura más antigua que queda y de sus estruendosos actos de abuso de poder, sigue gozando del fervor de los jóvenes y de los idealistas del mundo como si todavía fuera un ejemplo de dignidad y heroismo.

Desde la Segunda Guerra Mundial, cada vez que aparece en una película como actor político, los EEUU han tratado de colocarse en el papel que cumplieron en la derrota de los nazis y los japoneses, porque sin duda es el que mejor les queda. Con su protagonismo en aquel entonces liberaron a todos los países europeos ocupados por el Reich y vencieron a los japoneses que los provocaron innecesariamente al atacar la base de Pearl Harbor con cobardía. Generoso y justiciero; no debe haber nada más noble para decir de un ejército. La URSS contribuyó al éxito de este programa comunicacional haciendo tristes republiquetas de los paises europeos que quedaron bajo la Cortina de Hierro mientras Europa occidental se reconstruía libre con el apoyo de los EEUU y el Plan Marshall. Hasta el horror de las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, que entonces quedó descripto como el drama ‘necesario’ para terminar la guerra, quedó eclipsado por el brillo de tanta nobleza.

Pero después de la guerra de Vietnam, y ante el error comunicacional de haber dejado que las imágenes de aquel infierno absurdo se distribuyesen por el mundo libremente, el cine americano tuvo la obligación de purgar esa cuenta. Las películas sobre la guerra de Vietnam –ya terminada, atención- mostraban los errores cometidos, los excesos individuales, el dolor de toda conflicto bélico. Cuidadosamente, los americanos centraron el conflicto en las causas confusas para los soldados y en la angustia de estar sufriendo lejos de casa, y evitaron mostrar al ejército vietnamita como expresión de un pueblo que se defendía en su propio territorio de un agresor externo. El enemigo no tenía cara, se escondía entre las palmeras. El conflicto era humano, individual, nunca político o social.

Esa guerra tiene fuertes resonancias y paralelos con la actual guerra en Irak. Pero todavía no hay manera de hablar de la guerra de Irak. No sólo porque es la política la que está en el foco de las miradas. También las heridas están abiertas, y no sólo siguen sangrando profusamente como se abren nuevas heridas todos los días. Sin embargo, ni el gobierno norteamericano ni los productores de Hollywood pueden permitirse perder las posibilidades comunicacionales que les da el cine, tanto internamente como en el escenario mundial. Es una cuestión de estado, tal como lo fue en 1941 que financiaran a Orson Welles un viaje a Brasil para que hiciera dos películas –no políticas- con la intención de promover el acercamiento norteamericano a una región donde se corría riesgo de que los principales gobernantes –Getúlio Vargas y Juan D. Perón- intervinieran en la guerra, por sus simpatías a favor de los nazis. A la luz de la guerra de Vietnam y lo que el cine mostró de ella, ¿cómo pretender hacer una película sobre Irak obviando abordar los mismos horrores, la misma falta de sentido? Pero la frustrante guerra de Irak no ha terminado aún y no se puede desmoralizar al pueblo de esa manera. Así que me atrevo a decir que tal vez hayan descubierto que no hay nada mejor en términos propagandísticos para los tiempos que corren que usar metáforas. Apelar, por ejemplo, a la Historia Antigua para adoctrinar –sin que se note- sobre la historia contemporánea y la lectura que se quiere que el gran público hagamos de ella. En “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, se dice que la educación subliminal sólo da resultados positivos cuando se inducen conceptos simples y directos, y nunca funciona cuando se trata de trasmitir saber o información que pueda ser aprovechada en un análisis posterior.

Así que la historia que cuenta la película “300” dice que el rey espartano Leónidas I, viendo el peligro inminente de la invasión de los persas –casualmente ancestros de los iraníes contemporáneos- presenta su plan de defensa ante el Consejo –una especie de congreso espartano- que lo rechaza en virtud de que está en contra de la Ley. Esa Ley –representada por el Oráculo y las fiestas sagradas- en la película se revela como corrupta, parte de un plan entre traidores y persas destinado a dejar Esparta a merced del invasor. Sin embargo, en una decisión personal altamente cuestionable, el heroico rey Leonidas I resuelve desafiar la Ley –corrupta pero que nadie puede desafiar- y marchar con un ejército selecto de trescientos hombres de su Guardia Personal para intentar una defensa imposible –pero necesaria- del paso de las Termópilas, con la intención de ganar tiempo, dar ejemplo de valor y así poder aspirar a que los vientos soplen a favor para la conformación de un gran ejército griego unido –equivalente de todo el mundo occidental de aquel tiempo- capaz de vencer a los salvajes persas venidos de Asia.

No puedo imaginarme un argumento de película que pueda hacer más feliz a George W. Bush en este momento. Estoy seguro de que se siente identificado con el rey Leónidas I. Después de todo él tambien comanda un ejército en una lucha aparentemente absurda pero que tiene un sentido. Si recibiera más apoyo del que le dan, tal vez podría ganar la batalla y no perderla como le está sucediendo. Es verdad que la gran diferencia es que Leónidas defiende su país y que el invasor es el otro, pero como las Termópilas no quedan en el corazón de Esparta, eso en la película se disimula bien cuando se escucha que los hombres ‘están dando su vida lejos de casa’. También debe gustarle que en la película las palabras que más se repiten son ‘libertad’ y ‘libre’, igual que en sus mensajes televisivos al pueblo norteamericano al comienzo de la guerra de Irak. Los espartanos son un pueblo libre y los persas un ejército de esclavos. Los espartanos son duros y pueden parecer a veces insensibles pero los persas son unos salvajes. El rey Xerxes ofrece a Leonidas que se rinda, que cambie “libertad” por “supervivencia” pero eso es inaceptable. Los espartanos nunca se han sometido a nadie. Son famosos porque no retroceden ante el peligro o la muerte cierta –como Bush no querría que su ejército lo hiciera en Irak ni lo hará él mismo frente al terrorismo o la amenaza iraní porque sería cambiar 'supervivencia' o mejor calidad de vida para el caso por 'libertad'-. Los espartanos están orgullosos de su determinación aunque eso les parezca una locura a los otros pueblos griegos que los acompañan. Pero es solamente la cobardía la que les hace ver como locura lo que es coraje.

Otra cosa que me espantó ver en “300” es como el cine es cada vez más violento y más crudo en su ética de la vida y de la muerte. En las imágenes de los enfrentamientos la sangre, los cuerpos, las vidas son dispensadas en tales cantidades que llega un momento en que nada vale nada, todo da igual, es un fresco de pura orgía violenta. Y en una escena de alto contenido emocional, en la que un padre después de ver morir a su hijo, se lamenta amargamente frente al rey –no de su muerte sino de no haberle dicho nunca lo bien que luchaba- Leónidas le dice que su corazón se parte al medio al escuchar su sufrimiento. Pero el padre contesta con orgullo que “su corazón no se parte porque él ya llenó su corazón de odio”.

En una época muy antigua, el teatro griego se transformó en una institución tan refinada en la nobleza de su intención comunicacional que sólo puede compararse en sus beneficios para la sociedad con lo que hasta la actualidad son el derecho romano y la aritmética árabe. Por su propia naturaleza, la tragedia griega tenía como objetivo revelar un proceso de degeneramiento de las pasiones humanas que sirviera para provocar una catarsis y de ese modo purgar simbólicamente esa misma pasión del corazón de los espectadores. Igual que en esta era de gusto por la crueldad y manipulación, las Guerras Médicas fueron parte de los temas que aprovecharon los dramaturgos griegos para desarrollar los asuntos que les interesaban. Afortunadamente, esos temas eran más profundos e interesantes que los elegidos por los productores de Hollywood. En “Los persas” (472 a.C.), por ejemplo, Esquilo también cuenta el avance de Xerxes y su derrota pero para poder mostrar como su hibris fue su condena.

La Hibris es el sentimiento humano de desmesura, orgullo o confianza exagerada en uno mismo. En la Antigua Grecia aludía a un desprecio temerario hacia el espacio personal ajeno unido a la falta de control sobre los propios impulsos, siendo un sentimiento violento inspirado por las pasiones exageradas, consideradas enfermedades por su carácter irracional y desequilibrado.

Creo que a Bush no le hubiese gustado tanto esta película. Como dijo Eurípides: “Aquel a quien los Dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco”.

lunes, abril 02, 2007

Axioma



Definitivamente, Nicholas Cage es un insufrible de cuño italo-americano tan totalizador como lo es Antonio Banderas en clave ibérica. Mi opinión es que no se sacan un centímetro de ventaja, pero se tomarán en cuenta los votos de los lectores.

domingo, abril 01, 2007

"Porque se me vendrá todo el amor de golpe cuando me siento triste y te siento lejana".


Este dibujo está colgado en una de las paredes del cuarto de mi madre en su casa de Rosario. La del dibujo es ella. Si, mi madre, con poco más de dieciocho años, en tetas y acariciándose el rostro con unas flores. Tiene un aire de quien está avergonzada pero goza del atrevimiento. Se lo hizo un novio, mucho antes de que yo existiera siquiera en el pensamiento, antes de que conociera a mi papá, antes de ser una verdadera mujer. "Hace años que esta ahi colgado -me dice- Ni mi ex marido se detuvo a mirarlo alguna vez". Mi madre no dice nada más pero yo sé que recuerda perfectamente el momento. Es parte de una memoria dulce y melancólica, de aquel tiempo en que las cosas todavía no tienen forma. Es raro para un hijo ver una imagen sensual de la madre, captada por la sensibilidad de un desconocido que la deseaba mucho antes de que su cuerpo fuese cuna de mi existencia. Ese deseo ahora me resuena cercano, como un grito anterior a mi propia vida, reclamando una de las posibilidades de que alguien -que en parte soy yo- hubiera nacido de ese clamor. Miro el dibujo largamente, trato de imaginar aquel momento, reconstruirlo como un sueño. Es tan extraño para mi como lo es haber pasado nueve meses en la oscuridad de su vientre. Es ella, puedo reconocerla, pero también es una voz extraña que me susurra desde un pasado remoto. Estoy solo en su casa y en un viaje algo edípico, me quedo mirando la expresión que ese novio dejó impresa para siempre, una parte de ella que como madre no conozco pero me fascina. Es ese misterio femenino suyo que está florecido en ese dibujo, el que ella me legó y que desde que soy un hombre no dejo de perseguir, en vano.

A janela indiscreta

(Sao Paulo, 12:34 AM)


Moraleja: cuando uno se baña de madrugada, hay que cuidarse mucho lo que se lava.