martes, febrero 28, 2006

Atras del trio electrico.

Aviso: no se atenderá al público ni se publicará nada hasta que el miércoles de cenizas se termine el Carnaval. ¿Por qué? Porque simplemente no da... prendan la tele y miren: "Carnaval 2006, Salvador, Bahia, Brasil". En un rato me voy con un bloco en el que va a tocar Fat Boy Slim. ¡Agarrate que se hunde!

miércoles, febrero 22, 2006

¡Talion, Talion, que grande sos!

Mi amiga Paula dice lo siguiente: “En mi sistema salomónico de pensamiento, si alguien es capaz de matar a otra persona se deduce que no considera que esté tan mal matar como puedo pensar yo, por ejemplo. Entonces no me parece tampoco mal que lo maten a través de la pena capital, que me horroriza a mí que no soporto la idea de matar a alguien pero que no debería horrorizar a un asesino, ¿verdad? Sé que no es un pensamiento muy elevado, pero tiene la virtud de que como es simple, todos lo entienden.” Un derroche de compasión cívica, mi amiga Paula.

lunes, febrero 20, 2006

Suegras en cadena

En ‘High Fidelity” de Nick Hornby, el protagonista Rob Fleming tiene una conversación telefónica intrascendente con su suegra, que evidentemente aún no fue informada por su hija que acaba de abandonarlo. Como Rob piensa que no es conveniente que sea él quien se lo diga, se da el siguiente fin de diálogo y su consecuente reflexión:

- ¿Laura está ahí?
Interesante. Ella no llamó a su casa. ¿Alguna señal de culpa tal vez?
- No está, lo lamento. Está en la casa de Liz. ¿Quiere que le diga que los llame cuando llegue?
- Si no llega demasiado tarde.
- Muy bien.
Y esa es, probablemente, la última vez que hablaremos. “Muy bien”: las últimas palabras que le digo a alguien de quien estuve razonablemente próximo antes de que nuestras vidas tomasen direcciones diferentes. Extraño, ¿no? Uno pasa la Navidad en la casa de la persona, se preocupa con las operaciones que se hace, le regala flores, besos y abrazos, la ve en camisón… y de repente, bang, eso fue todo. Terminado para siempre. Y tarde o temprano habrá otra madre, otra Navidad, más varices. Son todas iguales. Sólo cambian las direcciones y los colores de los camisones.”

viernes, febrero 17, 2006

Cultura general

La palabra que se dice igual en mayor cantidad de idiomas es “amén”… seguida de “taxi”.

Con azúcar y con pimienta.



Indudablemente, aunque no figure en los libros de historia ni en los anales del rock, el Mariscal Sucre es un antecedente del Sergeant Pepper, una versión más dulce y latinoamericana. Me gustaría que la observación fuese mía pero es de mi amigo Alejandro. ¿Qué se le va a hacer? Pasa...

jueves, febrero 16, 2006

Recuerdos de un hombre muerto

“El hombre no tiene una sola y única vida, sino muchas, enlazadas unas con otras, y esa es la causa de su desgracia (...) Las formas cambiantes de mi vida se entremezclan, pues, unas con otras. A veces, en mis momentos de prosperidad, me ha ocurrido tener que hablar de mis días de penalidades; y en horas de tribulación volver a los períodos de felicidad. La juventud entrando en la edad provecta, la gravedad de los últimos años tiñendo y entristeciendo los años de inocencia, los rayos del sol cruzándose y fundiéndose desde el momento de su salida hasta el instante de su ocaso, han producido en mis historias una especie de confusión o, si se prefiere, cierta unidad misteriosa. La cuna tiene algo de la tumba; la tumba, algo de la cuna; los sufrimientos se convierten en placeres, los placeres en dolores (…) No sé si esta mezcla complacerá o desagradará al lector. Nada puedo hacer para remediarlo. Es el resultado de mi cambiante fortuna, de la incoherencia de mi suerte. Sus tempestades no me han dejado a menudo más mesa para escribir que la roca contra la cual naufragaba (…) Si alguna parte de esta tarea me ha resultado más satisfactoria que otras, es la relacionada con mi juventud: el rincón más oculto de mi vida. En ella he tenido que revivir un mundo únicamente conocido por mí, y al deambular por aquel reino desaparecido sólo encontré silencio y recuerdos.”

(“Memorias de ultratumba”, Chateaubriand)

Vida despues del amor

Me parece que toda relación amorosa tiene algo de asalto, de desviación del camino. Uno irrumpe en la vida del otro para torcer su destino; y el propio destino de uno también se tuerce. Sin embargo, muchas veces al terminar una relación, yo siento que avancé en cierta dirección pero me parece que ella retoma su vida exactamente donde la había dejado, como un animalito salvaje que ha sido domesticado pero que a la primera oportunidad de fuga vuelve corriendo al bosque adonde pertenece.

miércoles, febrero 15, 2006

Algunos pimpollos malvados de Charles

Ayer me volvieron a la memoria, como una trompada, unos versos de Baudelaire que no tenía presentes hacia por lo menos quince años. Sorprendentemente me los acordaba casi perfectamente. Pero para salir de la duda respecto de una que otra palabra, me puse a buscar el libro. Mi amiga Guta lo tenía en portugués pero la traducción era tan mala que dolía. A ella le gustó tanto la versión en español de mis recuerdos que siguió buscando y hoy me lo mandó en francés. La poesía entera se llama "La fuente de sangre" y está incluida en "Las flores del mal". Así es como yo la tenía guardada en la memoria:

"A veces me parece que mi sangre brota a borbotones,
Como una fuente de rítmicos sollozos.
La escucho correr con un murmullo largo,
pero me palpo en vano por encontrar la herida."

El original en francés y completo es así (¡gracias Guta!):

La Fontaine de Sang

"Il me semble parfois que mon sang coule à flots,
Ainsi qu'une fontaine aux rythmiques sanglots.
Je l'entends bien qui coule avec un long murmure,
Mais je me tâte en vain pour trouver la blessure.

A travers la cité, comme dans un champ clos,
Il s'en va, transformant les pavés en îlots,
Désaltérant la soif de chaque créature,
Et partout colorant en rouge la nature.

J'ai demandé souvent à des vins captieux
D'endormir pour un jour la terreur qui me mine;
Le vin rend l'oeil plus clair et l'oreille plus fine!

J'ai cherché dans l'amour un sommeil oublieux;
Mais l'amour n'est pour moi qu'un matelas d'aiguilles
Fait pour donner à boire à ces cruelles filles!"

¡Ah! Nada mejor que un simbolista para hacer carne las angustias de la adolescencia...

¿Problemas? ¿Que problemas?

Es divertido comprobar que la gravedad de los problemas está relativizada por nuestra proximidad o distancia de ellos. Así como durante las vacaciones uno se siente feliz porque el mundo que se derrumbaba sobre nuestra cabeza parece que ahora es nada más que un paraíso de mar, sierra o montañas nevadas, cuando yo estoy en Sao Paulo atiendo mis problemas locales con más atención que cualquier inconveniente que haya dejado en Buenos Aires. Sin embargo al partir siempre me juro y perjuro que voy a seguir conectado con lo que esté pasando acá (allá) como si yo no estuviese allá (acá). Pero no hay caso. La inmediatez física de lo que pasa en donde uno esté pesa más que nada. Y de repente me acuerdo de un amigo que cuando estaba muy enrroscado con sus problemas, se iba al club nautico, alquilaba un velero (era timonel) y se iba al medio del río a la altura de la Costanera Norte. Desde allí miraba la ciudad en el horizonte y pensaba que chiquitos que se veían sus problemas a lo lejos.

lunes, febrero 13, 2006

Distancia

Querría saber como hacerte feliz.
Descubrir que hay que hacer para poder descansar.
Sufrir nada más que de amor.

viernes, febrero 10, 2006

Sao Paulo

Amanece
gris.
El sol sale un poco,
se esconde,
gris.
Nubes negras, nubes blancas.
Llueve suave, hace frío,
sale el sol
un poco.
Nubes grises.
Llueve fuerte,
hace calor.
Todo el mismo día.

Pesebre

Nunca mejor dicho: "¡Chupáte esta mandarina, López Murphy!"

miércoles, febrero 08, 2006

Doble vida

Se termina mi temporada en Buenos Aires. Agarro la valija en mi casa, saludo a mi gata, me despido de mis libros, de mi ropa en el placard, de mi almohada y pienso en las cosas que dejo pendientes. En el baño se queda mi cepillo de dientes, la afeitadora y el desodorante porque no los necesito. Tomo un taxi (negro con techo amarillo), bajo en Ezeiza y me subo a un avión con cierta tristeza. Guardo el celular porteño y al llegar a Sao Paulo, como si fuera un agente secreto, prendo el celular brasileño y me transformo en una persona con una agenda distinta. Tomo un taxi (blanco con techo azul), bajo en mi casa, prendo las luces y miro los libros que me esperaban hace más de un mes. Acá no tengo gata (aunque varias veces me imagino que una se asoma por la puerta), así que saludo a mis libros, a mi almohada, mi ropa en el placard y pienso en las cosas que había dejado pendientes aquí y que voy a resolver a partir mañana. Me baño, me cepillo los dientes y me afeito con todos los elementos que son iguales a los de Buenos Aires (ventajas del Mercosur, supongo). Al mirarme en el espejo empañado se me ocurre decirme, como si mi reflejo pudiera responderme algo respecto de esta curiosidad de tener dos casas: “Decime, ¿qué carajo es lo que estás tratando de experimentar?”