sábado, noviembre 25, 2006

Multiple choice

Las nenas de George W. Bush estaban en Buenos Aires de incógnito y el lunes pasado, mientras cenaban en un restaurant de San Telmo, a Bárbara le robaron la cartera sin que nadie se diera cuenta. Como era de esperarse ya se hablan todas las boludeces del caso (ej. lo que significa para la imagen del país, etc. etc.) y se callan todas las cosas que más o menos importan (ej. ¿pueden dos ciudadanas extranjeras pasearse con documentos falsos sin que sea un delito?, etc., etc.).

Pero a mi lo que realmente me gustaría saber es que fue lo que les habrán dicho a los cuarenta monos de la CIA, del FBI, de la DEA o de la mar en coche que se encargaban de la seguridad de las hijas del emperador del planeta Tierra y que no se dieron cuenta de nada.

Yo me imagino algunos escenarios posibles. A saber:

a - "Mientras sucedian los hechos ¿estaban atentos al vino que se estaban tomando o preferían custodiar los culos de las chicas que pasaban por la vereda?"
b - "No sé por que, pero se me ocurre que ustedes tienen un problema."
c - "¿Como se ven para hacer custodia de los perros de la tía abuela de Bush cuando los llevan a cagar al desierto en Texas?"

Pero también pienso que tratándose de profesionales del área de seguridad del gobierno de los EEUU, estos tipos debían tener una explicación para lo sucedido. A saber:

a - "Fue una operación típica de Al Queda. Hay rumores de que se lo había visto a Bin Laden bailando tango en 'Cachafaz' pero que escapó en un mateo antes de que pudieran atraparlo."
b - "Esto es nada más que la prueba fehaciente de que urge la intervención militar de San Telmo como parte integral del Eje del Mal. Después de Irak pero antes que Corea del Norte."
c - "Y, ¿que quería que hiciéramos, jefe? Las pibas son bravas."

Pasa muchachos, pasa. No se amarguen.

Lo dijo Bioy

"No he encontrado en las feministas mayor simpatía por las mujeres."

Aclaración

- Esta bien. Nadie me quita lo bailado. Pero, ¿quién me lo devuelve?

miércoles, noviembre 22, 2006

Brindo por las mujeres que derrochan simpatía


En el último encuentro que tuvimos con Estevan y Heitor nos dimos cuenta que los tres teníamos la misma edad –treinta y seis- y eso, ingenuamente, nos llenó de una curiosa satisfacción narcisista.
- Qué buena generación, ¿verdad? –dijo Heitor.
- Último coletazo del amor libre –observó Estevan- antes del advenimiento de las dictaduras más duras, tanto en Brasil como Argentina.
- Y no somos aquellos adolescentes dañados por la represión militar que ahora andan por los cuarenta y pico –continué yo- ni los desorientados veinteañeros de hoy en día, criados entre la desilusión de las utopías en los ’90 y la angustia de la globalización.
- Nosotros –se entusiasmó Heitor- somos los brotes crecidos en los ’80, una década perdida estéticamente pero llena de promesas.
- Cosecha del ’70 –dije en voz alta, pensando en que las bodegas saben identificar la calidad de sus vinos de acuerdo a los años en que la zafra de sus uvas fueron mejores.
A partir de ahí, como era previsible, pasamos al tema de las mujeres. Y de sus cosechas.
- Si me apuran no sabría quedarme con un sólo año en particular –dijo Estevan-. Pero por mi experiencia, diría que las mejores cosechas van desde la del ’83 a la del ’80.
- La del ’83 es extraordinaria –dijo Heitor-. Tiene el equilibrio justo de aroma y sabor.
- Y ninguna aspereza –agregué yo-. Sin embargo no se puede negar el encanto de algunos vinos más adultos.
- ¿Por ejemplo?
- Yo he probado deliciosos cosechas ’75, ’73 y hasta ’70. Aunque reconozco que cada vez se hace más difícil encontrar uno bueno.
- Es que se pican con facilidad –dijo Heitor-. Y los buenos buenos, no suelen estar al alcance de cualquiera.
- Esas cosechas serían siempre increíbles si los bodegueros cuidaran mejor de sus varietales –reflexionó Estevan-. Piensen: lo tienen todo. El tiempo de maduración, el color, el cuerpo, el bouquet. Pero se echan a perder como si nada. Y se vuelven avinagrados y desagradables al paladar por puro descuido.
- ¿Y que me dicen de un vino bien joven? –preguntó Heitor-. Yo he tomado algunos inolvidables.
- ¿Qué tan jóvenes? –nos alarmamos Estevan y yo al mismo tiempo.
- Máximo cosecha ’90, y sólo si es un caso excepcional. Pero es más fácil que haya oportunidades de probar los del ’87, ’88, y ’89.
- Y… -sacude la cabeza Estevan- siempre son una tentación y un riesgo. Suelen ser vinos muy llamativos pero poco rendidores.
- ¿En su relación precio – calidad? –pregunto.
- Exactamente. Te pueden enviciar y aunque de entrada te sorprendan, te cuestan la sangre de un ojo y no suele ser una experiencia genuinamente gratificante al cabo de cierto tiempo. El vino necesita asentarse para encontrar su equilibrio. Y uno debe cuidarse de ciertas formas de alcoholismo porque después se sufre.
- ¿Y que pasa con las cosechas del ’70 hacia atrás?
- ¿Qué tan atrás? –pregunta Estevan.
- Las de los ’60, por ejemplo. Aquellas que fueron concebidas en pleno auge del amor libre.
- ¡Ah! –se sonríe Estevan- Es que ahora ya no estamos hablando de vinos. Eso es cognac. O sea: si es bueno, es muy bueno. Pero si no, te arruina el estómago.

martes, noviembre 21, 2006

Prohibido para mayores de 18 años (con restricciones)

En un descuido se envalentonaron y empezaron a hablar de 'relación', de 'compromiso', hasta de 'noviazgo'. Tal vez fue el vino o la distancia. De repente reaccionaron. El preguntó tímidamente:
- Pero... ¿vos en serio querrías ser mi... novia?
- Ehh... creo que todavía somos muy jóvenes para eso.

lunes, noviembre 20, 2006

Debut

Había empezado como un encuentro de 'café' pero a esta altura ya habían llegado al vino. Ella hacia el papel de mujer seria y él la dejaba jugarlo mientras se tomaba el tiempo para descubrirla. En determinado momento la charla se puso al rojo vivo y ella hizo el último movimiento de ese personaje que había imaginado adecuado para si misma. Dijo con timidez:
- ¿Sabés? En toda mi vida sólo tuve cinco hombres -y agitó los dedos de la mano que no sostenía la copa delante de sus ojos.
- ¿Ah, si? -fingió sorpresa él. Y adelantándose en la mesa, la tomó suavemente de la muñeca y le susurró- Porque lo que yo quiero es inagurar la otra mano.

Sexo de sobremesa

Eran cuatro mujeres en una mesa de un restaurant. Y lo que ocurre cuando una le da manija a la otra.
- ¿Vamos a comer algún postre? -preguntó una después de varios tragos.
- ¿Qué hay?
- A mi me gusta esta tarta de chocolate.
- Mmm... la que es "tibia y húmeda".
- ¡Tibia y húmeda! -gritó entonces la más exaltada.
- Si es esa es para compartir.

La Historia de mi Vida (¡Felices 260 comerciales!)

domingo, noviembre 19, 2006

La calma que precede a la tempestad


En Sao Paulo lo primero que se aprende es que el tiempo cambia. En un mismo día uno puede sentir frío y después calor, tomar sol al mediodía y caminar bajo la garúa antes del anochecer. Los paulistas no usan bermudas -a no ser que sepan que van a volver a casa en un máximo de tres horas- y lo más importante: siempre, pero siempre, cierran todas las ventanas antes de salir.

Ya el otro día, en que salí con bermudas de mañana, tendría que haber sospechado que algo estaba empezando a ir mal. "¡Hoy si que estás vestido de gringo!" me dijo Heitor a las carcajadas. Claro, él no usa pantalón corto ni para meterse a la pileta. Pero cuando empezó a refrescar, yo ya estaba de nuevo en mis dominios.

Hoy salí de mañana y hacían 31º así que dejé todas las ventanas abiertas. Cuando volví creí que mi casa estaba en condiciones de ser la próxima sede para un campeonato de water polo. Los libros empapados, la computadora perlada como una botella de Coca de comercial, tazas quebradas en el piso, hojas flotando sobre el parquet. Tuve que sacar el edredón y las sábanas de la cama: de los dos metros por dos que tiene, el 80% estaba cubierto de agua como Venecia. En vez de secar la mesa con un trapo, agarré el secador y tal como hubiese hecho un croupier, arrastré el agua hasta el piso mientras decía "¡No va máaaas!".

Bueno: tendré que aprender para la próxima vez. O acostumbrarme a que siempre que llovió, paró. Y que después hay que secar.

viernes, noviembre 17, 2006

El libro negro del cazador (manual de emergencia)

¿Vieron "El Libro de la Selva" de Disney? ¿Vieron esas escenas en que la selva es presa del fuego y todos los animales corren como desesperados por su vida? ¿O era en "El Rey León"? Bueno, no tiene importancia. De cualquier manera lo que a veces pasa es que el equilibrio natural de ese ambiente salvaje se altera cuando el fuego purificador amenaza flora, fauna y cultura de esos seres vivos tan inquietos y confiados.

Heitor me llama por teléfono. Algo en su voz me indica que no es un llamado cualquiera.
- Necesito que hablemos.
- ¿Qué pasa?
- S. -a partir de este punto llamamos S. a la actriz cuyo nombre no debemos revelar-.
- ¿Qué pasa con ella?
- Está desbocada.
- Mierda. ¿Tomamos un café?
- Por favor.

Nos encontramos y lo veo visiblemente preocupado. Esta tal S. es una actriz bonita y famosa que vive en Rio de Janeiro. Heitor la conoció en una fiesta la semana anterior y pasaron la noche juntos.

- Es un encanto -me dice-. Es linda, inteligente, talentosa, cariñosa, sexy. Todo lo que sueño que una novia debería ser. Pero le hablé de como me sentía, de las cosas que quiero para mi vida, de mis planes para el futuro. Fuí sincero. Creo que la cagué.
A esta altura empiezo a entender mejor. La situación es grave.
- ¿No me digas que le contaste que querés tener una novia de nuevo, que sea compañera, que pueda compartir con vos el mundo del cine?
- Si.
- ¿Hablaste de Goddard y Ana Karina, de Truffaut y Fanny Ardant?
- Si.
- Qué irresponsable. ¿Y le dijiste que querías tener hijos?
- Si, si, dije todo -confiesa avergonzado.
- Ahora decime en que fase de la emergencia estamos. ¿Ella como reaccionó?
- Me llamó diciendo que se separó del marido, y que...
- ¿Se separó del marido por vos?
- ¡No! Estaría todo como el orto y se habrá embalado. No me quiero hacer cargo de ese muerto. Ya se lo dije.
- Bueno, calma. ¿Y entonces?
- Entonces viene de Rio en el puente aéreo sólo para pasar esta noche conmigo. Hoy filmó, mañana tiene función de teatro pero igual se viene.
Heitor mientras habla tiene el rostro desencajado, como Bambi cuando escucha los gritos de su madre y los disparos en el bosque.
- Le dije -me cuenta- que estaba en busca de una relación seria y me dijo "entonces tengamos una relación seria". Ahi le dije que ella estaba casada y me dijo "no por mucho tiempo". Después que era difícil con ella viviendo en Rio y me dijo "me mudo a Sao Paulo". Entonces agregué que quería tener hijos, pensando que era un serio demasiado serio para ella. Pero me dijo "tengamos".
- ¡Uf! Estas actrices son peores que los kamikazes japoneses. No sienten compasión ni por el avión que manejan.
- No sé que hacer. Está presionando mucho.
- Estás aterrorizado.
- Si.

Ahi desempolvamos la cartilla de emergencias. No había otra solución. Revisamos juntos, punto por punto, el procedimiento básico.
- Primera precaución: duplicación del control de natalidad. Puede ser una Terrorista del Diafragma -como las llamaba mi amiga Anita a esas que decían que se cuidaban y en el primer descuido te embocaban una bomba atómica como el Enola Gay- así que no se puede confiar.
- La segunda precaución es la rápida revelación de todas las mañas y defectos desagradables que uno tenga -o que cree que podría desarrollar en los próximos treinta o cuarenta años- y su exposición cruda, sin atenuantes. Tiene que convencerse hoy mismo de que sos un garca, que no tenés escrúpulos para cogerte amigas, hermanas, madre y/o sobrinas. Que sos egoísta -aconsejo que en la cena hoy pidas tu comida sin preguntarle a ella si quiere algo-, que sos sucio, que votas al candidato que ella detesta, que odias a los niños. Si no funciona hay que pasar a las alternativas severas: que sos golpeador, que no se te para tan seguido como ella cree, que todavía soñás con tu ex. Hay que desactivar el mecanismo de proyección, patear el proyector, romper la lámpara, destruir la pantalla. Hay que transformar al Príncipe Azul en un monstruo espantoso.
- ¿Hay tercera precaución?
- La tercera precaución es la Solución Final: ejectarse y pasar a la clandestinidad. Cerrar la boca para siempre; y después hacerse aspirina.

Sensación térmica

- Hace frío.
- ¿Sí?
- Claro. Por eso uso gorro. El frío se sufre en la cabeza.
- Sin embargo yo lo siento más en los pies. Si tengo los pies abrigados no tengo frío.
- Lo que hay que cubrirse bien es la nuca. Parece que en la nuca hay un órgano que es el regulador de toda la temperatura del cuerpo. Se te enfría el órgano y no hay abrigo que te salve.
- Que raro. Te digo que yo lo que tengo que cubrirme bien son los pies.
- Quien sabe. Puede ser que ese órgano vos lo tengas en los pies. Por ejemplo: la mayoría de la gente piensa con la cabeza, pero vos no se sabe bien con que parte del cuerpo pensás.
- Y en tu caso, ¿cuál de las dos cabezas es la que piensa?
- Preguntale a tu hermana. Ella me chequea el coeficiente intelectual.

jueves, noviembre 16, 2006

Inspiración a la piedra

- ¿Ella es tu musa?
- Si. Mi musa con faina.

Salón fumador

Belén fuma y se preocupa seriamente de las consecuencias que le puede acarrear el vicio.
- Pienso que el pelo debe sufrir mucho con el tabaco, ¿no? Porque lo que le pase a los pulmones me importa un carajo. ¡Cómo si pudiera verlos!

Requisito profesional

- ¿Quieren casarse? -le decía la directora de planeamiento estratégico a un grupo de chicas más jóvenes de su departamento-. Entonces vayan a misa.
- ¿Cómo?
- Vayan a misa; ahí está lleno de hombres que quieren casarse. Pero si piensan que pueden salir los sábados a la noche, conocer a uno en la disco, emborracharse, coger en el telo y después armar una familia, ustedes no pueden seguir trabajando en el planeamiento de nada.

miércoles, noviembre 15, 2006

Brazil in Casablanca



Si imaginamos que podría haber existido una secuela de "Casablanca", nada nos impide seguir viaje y fantasear con la tercera parte también. Después de todo, lo único que hace falta para que existan segundas - y terceras- partes, es tener éxito en la etapa precedente. Y éxito tuvimos, si señor.

Así que el principio de la tercera parte de la saga del enigmático Rick y la bella Ilsa nos encuentra en una playa paradisíaca de lo que parece más el noreste de Brasil que las costas africanas –filmar allí tal vez haya sido alguna necesidad de la producción que el departamento de arte no consiguió resolver adecuadamente, es difícil saberlo-. De cualquier manera está lleno de negros alrededor y toda la acción se concentra en la feliz pareja. Parece que Ilsa–en esa parte borrosa que siempre me es difícil reconstruir- eligió a Rick y este abandonó su cara de piedra, junto con aquella actitud de superado que le era tan propia, y se rindió a sus encantos. Verosímil o no, así es como están las cosas entre ellos al empezar esta nueva historia.

Menos melodramática que la segunda parte, la tercera edición de Casablanca es mucho más una película de aventuras que un retrato desgarrado del amor. Hay peligrosos viajes en avioneta sobre el mar azul, tormentas tropicales, tráfico de joyas de plata, encuentros con caracoles gigantes. En una escena de alto voltaje adrenalínico, Ilsa y Rick sufren el ataque de unas terribles moscas carnívoras, del que salen airosos a pesar de los momentos de angustia que les toca en suerte.

En esta secuela tampoco falta la apelación al sexo como gancho comercial. Durante una secuencia memorable, Ilsa entra al mar y se quita la ropa para nadar desnuda en los brazos de Rick. A continuación son despojados de algunas pertenencias que habían dejado en la playa, en lo que algunos críticos han querido ver una pobre maniobra del tipo ‘crimen y castigo’, elaborada por los guionistas para ser condescendientes con la censura puritana.

De todos modos, después de este delicioso primer acto, excesivamente dulzón para algunos espectadores ortodoxos de la saga, vuelven las separaciones -esta vez temporarias y circunstanciales-, las ansiedades y la falta de certezas respecto del futuro. Ilsa no está preparada para quedarse en la árida Casablanca y Rick sabe que sigue está aferrado a ese rincón del mundo a pesar de su falta de raíces. Promete viajar a Europa en cuanto le sea posible y en la primera separación esperanzadora de todas las Casablancas que se han filmado, ambos se besan en el aeropuerto con ternura, sabiendo que ya nada podrá separarlos realmente.

Pero al llegar de regreso a su casa, Ilsa descubre con espanto que es buscada por las autoridades migratorias. El mundo está cambiando a gran velocidad desde el fin de la guerra y las naciones olvidan rápido que alguna vez estuvieron unidas alrededor de una causa común. Ilsa debe entonces refugiarse en una morada inóspita, en un barrio peligroso donde no se siente segura pero en el cual es posible sortear la persecución política. No tiene dinero y pasa momentos de verdadera vergünza, como en la escena en la cual, al más puro estilo del neorrealismo italiano, sucumbe a la tentación de tomarse un helado y debe recurrir a la compasión de la heladera para que la deje marcharse sin pagarlo.

Rick se entera de esta situación desesperanzada y le garantiza toda la ayuda necesaria para salvarla. Pero la familia de Ilsa insiste en que se refugie en el pueblo donde creció, a pesar de que ella se niega a volver: es que el regreso implica el fin de toda esperanza de continuar con Rick. Los tiempos se aceleran, urgen las decisiones. En un giro inesperado de la historia, Rick planea la fuga de Ilsa rumbo a Casablanca. De esta manera, en una variación del tema final de la primera entrega, se invierte el sentido de la huida. Una idea argumental sencillamente soberbia.

A pesar de todo, Rick sabe que se trata apenas de una solución temporaria y que las cosas deben cambiar para poder continuar vivas. En otra escena de enorme emoción, Rick escucha el tango "Volver" cantado como flamenco y se pregunta si no habrá llegado el momento de mudarse nuevamente. Piensa: “Las cosas pueden ser distintas; el cambio constante, al final, es lo único que existe”.

Como la película todavía está en sala, no quiero arruinárselas contando de más y que desistan de ir al cine. Además como aún no terminó, el final-final, la verdad, no lo conozco. No lo conoce nadie. ¿Quién podría conocerlo? Sólo Dios, ese Gran Productor.

Pero él está en Hollywood.

martes, noviembre 14, 2006

El libro negro del cazador (apéndice)

Después de varias sesiones de trabajo (como esta y esta otra), las Celebridades del Mal hemos llegado a la aprobación cuasi unánime de un cuerpo legal, un código bendecido y beatificado, que hoy nos complace publicar, en exclusiva y tal vez por única vez, en este discreto medio. Es que "no hay que avivar giles", como diría un borracho amigo y tal vez tenga razón. Pero yo creo que vale más pensar que es "mejor no hacer olas, porque los pescados se rajan" antes que preocuparse por compartir lo que se aprende. Así que vean los Nuevos Diez Mandamientos de la jungla, revisados y reeditados para los lectores de habla hispana:

1) La jungla no es para cualquiera; y la ley es la de la selva.
2) No existe caza, sólo cazadores.
3) No se toman prisioneros.
4) La que quiere, quiere. La que no, a otra cosa.
5) El modo nocturno es mejor.
6) Para los amigos, todo; inclusive 'aquello'.
7) La calidad del acecho influye sobre el zarpazo.
8) Hay días para ser hiena y días para ser león; pero todos los días son días de cacería.
9) Se puede tercerizar la caza.
10) Caben muchos más de diez.

lunes, noviembre 13, 2006

Las minas duras bailan solas

Parece que sucedió así: F. se estaba separando de su marido y hablaba con la amiga que conoció por ser pareja de un amigo de su marido.
- Me di cuenta que todo se había terminado cuando me dejó de gustar que me besase. Porque que te cojan, todo bien. Pero que me bese, no da.
Ahí la amiga se sintió identificada, se separó antes que F. y se hicieron más amigas todavía. Los amigos abandonados desaprobaron esa amistad como se desaprueba el contacto íntimo con los leprosos. Días después, las chicas volvieron a hablar por teléfono.
- Me separé de B. Ya no estoy viviendo en casa –dijo F.
- Si querés venir a vivir conmigo un tiempo, yo feliz –dijo la amiga.
- Te lo agradezco, la verdad es que me gustaría.
- Venite entonces.
- Bueno… pero hoy voy a encontrarme con B. Cuando termino te llamo y voy para allá.
- Entonces va a ser tarde, ¿no?
- ¿Por?
- Y… seguro que se va a demorar. Van a hablar, te vas a poner mal, vas a llorar, se te va a tener que pasar y recién entonces me vas a poder llamar.
- Mmm… no es para tanto, no vayas a creer.
- ¿Tipo tres o cuatro entonces?
- Si.
- Igual, sea la hora que sea, me llamás y te venís.
- Gracias. ¿Hay cerveza?
- Seguro.
- Buenísimo.
- La vamos a pasar bárbaro.
- ¡Qué te parece!

Los tipos duros no bailan

Continuación de un almuerzo tardío de sábado: seguimos los tres en una mesa. Ya se terminaron los crepes suzette y no estamos solos. Ha llegado Patricia Z. (aquella sin la cual, según Estevan, "ninguna mesa de hombres está completa" ). Tiene un día en que está mala y se empeña en defender con uñas y dientes a una chica que a nosotros no nos gusta. Eso de repente nos pone malos a nosotros. Suena la campana y empieza el primer round.
- Digan lo que digan, ella es muy inteligente.
- ¡Bárbaro! –dice Estevan-… para estudiar juntos. Porque con eso en la cama, te juro que no pasa nada.
- Cuando comienza el sexo, se termina la cultura –pontifica Heitor.
- No entiendo como no son capaces de apreciar la inteligencia de una mujer –protesta Patricia.
- Es que la inteligencia –digo yo sabiendo que estoy provocando una tormenta- suele ser inversamente proporcional al atractivo sexual.
- ¿Ah si? ¿Me están diciendo entonces que yo no tengo ningún atractivo sexual?
- O que no sos tan inteligente como crees.
- Touché.
- La maldad no es inteligencia –cañonea Heitor conciente de que la guerra química ya empezó y se viene la lluvia ácida.
- Va a ser mejor que no siga hablando con ustedes –dice Patricia seriamente.
- El silencio tampoco es profundidad –concluye Heitor.
Knock out técnico. Que entre la próxima.

domingo, noviembre 12, 2006

Nuestro juego de la oca de cada día

Nos encontramos los tres en un lugar ideal para almorzar un sábado soleado a media tarde. El steak tartare es insuperable y el paisaje siempre depara sorpresas. Una chica interesante en la mesa de al lado se hace mimos con lo que parece ser su novio sin merecerlo. Estevan -si con 'v', no es un error, es brasilero- la ve primero; o tal vez haya sido yo.
- Podría enamorarme de ella –dice casi para si mismo.
- ¿Para tanto? –se sorprende Heitor. Y entonces Estevan, que parece una estrella de rock, estilo Brad Pitt después del bajón de heroína, explica su teoría de las barreras.
- Decir “podría enamorarme de ella” es apenas el lanzamiento hacia adelante de mi proyección. A partir de ahí empieza la carrera de obstáculos. Y hay que saltar todas las barreras.
- ¿Cuáles son las barreras? –pregunto.
- La primera es la barrera de la mirada. Nos miramos, nos estudiamos, vemos si nos gusta lo que pasa al vernos mutuamente. Si se pasa una barrera, se avanza al siguiente casillero. La meta es el amor. ¿Me siguen?
- A esa podríamos llamarla también la barrera sensorial externa, ¿verdad?
- Perfectamente.
- ¿Cuál seria la segunda barrera? –pregunta Heitor más interesado. Estevan es como un filósofo de la posmodernidad y del desasosiego, pero creemos que sabe de mujeres. Después de todo también es una Celebridad del Mal.
- La segunda barrera es la cultural -nos instruye- y en verdad son varias barreras. Puede que haya algo en su cultura que te repugne profundamente y que haga imposible el avance al siguiente casillero. Pero si las barreras culturales no te detienen, ya es muy posible que se llegue lejos.
- Hasta “podría enamorarme de ella”… ¿no?
- Exacto –dice Estevan- Toda conquista empieza con mil puntos a favor. Uno está lleno de entusiasmo, tiene sed de triunfo.
- Lo que no quita –me atajo yo- que no puedan perderse ochocientos puntos en un segundo porque en el primer contacto la chica hace un gesto que no habíamos visto antes o dice algo que la catapulta lejos del camino del ideal.
- O que pase –dice Estevan con aire de misterio- lo que raramente ocurre: que la mujer demuestre estar por encima de esos mil puntos esperanzadores con los que empieza toda carrera y haga reventar los relojes que miden su puntuación desafiando las leyes de la física.
- ¿Y que pasa cuándo se pierden todos los puntos? –pregunta Heitor.
- Cuando se pierden los últimos puntos se acabó todo –dice Estevan-. Ya me ha pasado despertarme a la mañana y mirar a mi lado a la preciosísima chica con la que me fui a dormir la noche anterior y ver de repente algo que no había visto –una mancha de la piel, unos pliegues groseros, un hueso medio deforme- algo que hiere mi sensibilidad estética y que me hace querer salir corriendo para no volverla a ver nunca más.
- Eso es porque se te acaba la proyección –digo yo- tal como se acaba el rollo de película en el proyector y desaparecen las escenas coloridas y felices. Durante unos segundos finales la luz en la pantalla es blanca, intensa y desconcertante. Después todo se vuelve oscuro.
- No –contesta Estevan-. La metáfora para mi es otra: la proyección no se acaba; sigue dentro de mi cabeza. Lo que falla es la pantalla; como si se rasgara.
- ¿Y que pasa cuando uno es la pantalla y no el proyector? –nos larga Heitor sin mayores preámbulos-.
- ¡Ah! –dice Estevan con una sonrisa-. En ese caso se trata de mantenerse blanco e impoluto todo el tiempo que se pueda.

sábado, noviembre 11, 2006

The walrus is Paul

En "High Fidelity", el protagonista de Nick Hornby se pasa la novela entera haciendo listas de Top Five para definir con canciones lo que fuera que estuviera sintiendo en ese momento. Ayer en el blog de Charlotte leí este test que le propuso ella y me pareció que valía la pena hacerlo.

"Elegir a una banda o cantante que le guste y responder cada una de las preguntas de este cuestionario con el título de alguna de sus canciones".

Elegí a The Beatles -recordando que hay una teoría de dudoso enciclopedismo que dice que "todo perfil de personalidad que existe es encuadrable a través de la identificación del individuo con alguno de los Cuatro de Liverpool"-y lo hice. Lo único es que no pude decidirme por una única canción y desafiando las reglas, perdido en la dualidad -como buen ascendido en Géminis- puse dos canciones por punto. Hagan la prueba ustedes tambien.

1. Eres hombre o mujer? 'I’m the walrus'/ 'Taxman'
2. Descríbete: 'Glass onion'/ 'You won’t see me'
3. Qué sienten las personas acerca de ti ? 'Nowhere man'/ 'Day tripper'
4. Como describirías tu anterior relación sentimental?: 'I should have known better'/ 'Fixing a hole'
5. Describe tu actual relación con tu novia o pretendiente: 'Magical Mystery Tour'/ 'Got to get you into my life'
6. Donde quisieras estar ahora? 'Across the Universe'/ 'Here, there and everywhere'
7. Como eres respecto al amor? 'Here comes the sun'/ 'It´s only love'
8. Como es tu vida? 'Tomorrow never knows'/ 'A day in the life'
9. Qué pedirías si tuvieras un solo deseo? 'Everybody’s trying to be my baby'/ 'Let it be'
10. Escribe una cita o frase sabia: 'Come togheter'/ 'Run for your life'
11. Ahora despídete: 'Hello Goodbye'/ 'Wait'

¡Ah! Y en cuanto al Beatle que me define, yo diría que soy incuestionablemente McCartney.

viernes, noviembre 10, 2006

Realismo literario

En el final del almuerzo leí:

"A veces se abandona la escritura porque uno simplemente cae en un estado de locura del que ya no se recupera nunca. El caso más paradigmático es el de Hölderlin (...) Pasó los veintiocho últimos años de su vida encerrado en los manicomios de Waldau y Herisau, dedicado a una frenética actividad de letra microscópica, ficticios e indescifrables galimatías en unos minúsculos trozos de papel".


Salí del restaurant y al cruzar la plaza para ir a mi casa lo ví. Estaba sentado en un banco bajo los árboles y lo primero que me llamó la atención es que nunca había visto a un mendigo de raza japonesa. Parecía un pobre campesino salido de una película nipona ambientada en el siglo XIX. Llevaba ropa gris y raída, la barba blanca y larga. A su lado había una enorme bolsa de basura, redonda de tan llena que estaba de cosas que no se distinguían bien que eran.

El anciano ni siquiera notó mi presencia. Estaba absorto en algo que escribía en una libretita apoyada en su mano, sobre las piernas. Al pasar a su lado miré de reojo lo que hacia. No pude leer nada pero me sorprendió que escribiera con tinta muy negra minúsculas líneas de texto, aparentemente continuas y uniformes de tan pequeñas las letras.

Durante un instante me paré y lo miré. Pero no tuve coraje de interrumpirlo.

Cidade Graffiti

Sao Paulo nao tem saída.
Só viadutos, ruas e avenidas.






jueves, noviembre 09, 2006

Mucho.

Hoy se fue y me dejó:

mucho sueño
hojas rosas
olvidadas, secas y planas;
mucho jugo de tomate,
un chupetín junto a una Virgen
la sensación de querer más.