lunes, octubre 23, 2006

Fe de erratas & ratones.

Leyó el último post que hablaba de ella y me susurró, con una voz ondulante:

- Qué lindo... pero no es 95.
- ¿Ah, no?
- No. Es 100.

Mierda. Podría haber editado el título pero me pareció que el hecho era merecedor de una nota aclaratoria especial.

domingo, octubre 22, 2006

95 C

Al poco tiempo de habernos conocido le compré de regalo un conjunto de tanga y soutien en una casa de lencería de Jardims que es divina. Me gusta regalarle ropa interior a las chicas: es el regalo perfecto, porque es tanto regalo para ella como para uno. Cuando viajé a Buenos Aires se lo llevé. La tanga le quedaba bárbara pero el soutien tenía un desfasaje clásico de relación de tamaño taza-espalda.
- Bueno, lo voy a tener que arreglar -me dijo resignada pero resuelta.
Semanas después de ese incidente, desde acá se me ocurrió preguntarle por el soutien.
- No lo voy a poder arreglar -se lamentó en el teléfono-. Es que no creo que vaya a quedar bien.
- Entonces vas a tener que venir a Sao Paulo para poder cambiarlo -le dije con astucia.
Ella contestó que si sin demasiada convicción, aunque entonces yo no haya notado nada extraño. Es que ya se avecinaban nubarrones negros que yo todavía no había visto. A partir de ese momento nuestras acciones como posible dúo romántico se precipitaron cuesta abajo y finalmente supimos que ya nunca vendría a Sao Paulo.

Nos volvimos a ver en mi siguiente viaje a Buenos Aires sólo para despedirnos. Pero por las vueltas de la vida, terminamos juntos de nuevo. La tormenta había cambiado de rumbo y con el viento a favor, comprobé que eran mis velas las que se desplegaban y me conducían a mejores puertos.

Ahora resulta que pasado mañana viene para acá. Y las cosas están mucho más atrevidas que en aquellas primeras semanas inciertas. Pinta que nos iremos a la playa y nos diremos cosas bobas en el mar.
- ¡Estoy muy ansiosa de que nos vamos a ver de nuevo! -me dijo en el teléfono.
- Yo también estoy muy contento de que viajes. ¡Ah! Acordate de traer el soutien para cambiarlo.
- No hace falta -me dijo llena de alegría-. Ya lo arreglé.

"¡Qué bien!", pensé yo. Se ve que cuando se arregla lo principal, el resto son bobadas.

Balance: reminiscencias & figuras.

Empecé este blog con el año, como las dietas. Y hoy estuve revisando al voleo algunos de los posts que escribí hasta la fecha. Observé como el estilo cambiaba, como hubo momentos de hacerse el chistoso y momentos de reflexión más serios; hubo ocasiones en las que me enojé con el mundo (¡si! ¡yo también puedo ser feminista & mexicana!), en que el fútbol tomó importancia como termómetro de alegrías y tristezas, en que me abandoné a las descripciones, a los lugares por los que viajaba, a los recuerdos dispares. Hay meses en los que estaba más prolífico que otros. Pero lo más notorio es que cuando no estaba con ella es cuando más escribía. Porque en este blog, a partir de cierta fecha, lo que escribo lo escribo pensando en que ella lo lea.

sábado, octubre 21, 2006

Yo me rio de janeiro.

- Qué gracioso, ¿no?
- Más o menos.
- ¿Qué? ¿No te pareció gracioso? -digo con alarma.
- La verdad es que no me hizo gracia especialmente.
- Pero... ¡si es muy gracioso! En serio, ¿no te pareció gracioso?
- Bueno... si me parece gracioso.
- Che, tampoco te estoy pidiendo que me des la razón como a los locos -la atajo.
- ¿Y que querés? -me dice-. Ya te dije que me pareció 'más o menos gracioso' y vos me seguís insistiendo. ¿Por que iba a cambiar de opinión de un instante para otro?

viernes, octubre 20, 2006

El libro negro del cazador (segundos capítulos).

Finalmente volví a Sao Paulo, la ciudad invisible. Y como era lógico, una vez atravesada la nube de smog bañado de garúa y las hordas del tránsito, se materializó a mi alrededor el mundo mágico de la noche paulista, ese que nunca decepciona y a veces sorprende.
No tenía ni veinticuatro horas de llegado que mi amigo Heitor me avisa:

- Fuiste incluido entre las Celebridades del Mal.

Pregunto con timidez en que consiste ese título de dudoso prestigio y en la explicación que escucho nada me aclara ni del concepto ni del objeto de haber sido señalado como parte de esa misteriosa organización. Pero a continuación pregunto sobre los otros miembros y la mención de sus nombres, uno tras otro, me ayuda a hacerme una idea más acabada de lo que se esconde atrás de ser una Celebridad del Mal.

Si creen que el resto del post consiste en explicar de que se trata, lamento decepcionarlos. Sólo vale decir que al adentrarme una vez más en la noche paulista, reapareció con fuerza la imagen de jungla que ya habíamos comentado en este post inspirado. Así que aprovechamos la ocasión para afinar el nuevo concepto a ser incluido en este manual del cazador avanzado: la Tercerización de la Caza.

- Existe la selva profunda, o mato, donde siempre se trata de matar o morir -explica Heitor-. Después existe la sabana, el campo abierto, donde se practica la caza cuasi deportiva. En la sabana están las gacelas y las cebras, los animales que corren y saltan, que huyen de sus depredadores a la luz de sol mostrando su agilidad y su destreza. En lo oscuro de la selva, donde reina el silencio y la luz del sol es esquiva, los peligros acechan a la vuelta de cada maleza, de cada árbol, hundidos en el fango. Allí no hay amigo ni enemigo. Todo animal que vive es comida.

- Para quien conoce la vida en la jungla -continuo la exposición yo- la sabana es el Paraíso.

-Exactamente -asiente complacido Heitor-. Ese es el punto al que quería llegar. Ahora estamos empezando a usar la estrategia del león.

Sé de que me habla, así que el comentario me sorprende genuinamente. Y digo boquiabierto:

- Entonces hemos llegado al punto más alto de la pirámide: a la Tercerización de la caza.

Mi amigo sonríe y asiente satisfecho. Porque el asunto maravilloso aquí es que el león no caza nunca: la que caza es la leona. El león espera echado a que sus leonas hagan todo el trabajo y le traigan la carne fresca.

Antes de llegar a ser cazador, uno siempre es presa. Son ellas las que nos cazan. Cuando un hombre no quiere aceptar esto como una verdad absoluta, puede asegurarse que todavía no ha llegado siquiera al estado de presa. Es apenas un gatito que corre atrás del ovillo de lana y se entusiasma con el éxito de su hazaña.

Pero cuando se asciende de cazador a león uno ha llegado adonde sólo el Rey de la Selva pudo llegar de verdad: a que ellas salgan de cacería para que uno coma.

Algunos prefieren llamar a las leonas, 'entregadoras'. De amigas, de conocidas, de parientas, de lo que se les pida. Yo prefiero llamarlas leonas. Nadie caza mejor que una leona.

- Así de degenerada está la cosa -concluye Heitor.

martes, octubre 17, 2006

Género salvaje.

Por cuestiones astrológicas, le pregunté la hora precisa de su irrupción en el mundo y me dijo que se fijaría en su partida de nacimiento porque era seguro que no podía confiar en la memoria de su madre. Tenía la certeza de que se confundiría entre ella y su hermana. Hoy me avisó que nació a los quince minutos de haberse iniciado el Día de Todos los Muertos.

- Por lo menos es lo que han puesto aquí -me dijo todavía desconfiando-. Y donde figura de que género soy ponen 'hembra', porque se ve que nací cuando en España todavía se podía usar esa palabra.

No sé la hora de nacimiento. Pero en lo que respecta al género, puedo dar fe de que ese es el suyo. 'Femenino', como si fuera una toallita higiénica o un baño público, no está a la altura de lo que ya conozco de ella.

lunes, octubre 16, 2006

Respiración artificial.

Que en los últimos años post crisis aliancista Buenos Aires se transformó en un polo turístico de moda, ya lo sabíamos. Que la 'viveza criolla' es menos criolla y más porteña, creo que es un hecho. Pero que esta característica oportunista de dudosa decencia pudiera transformarse alguna vez en franco producto de comercialización for export, sin trucos ni matices, es algo que me sorprende. Porque al ser sincera, la avivada pierde un poco de su esencia. Pero si lo es tanto que la víctima reafirma su condición de gil a la vela, el vendedor pasa de vivo a Gardel sin escalas.

Hoy vi en un pituco negocio del Buenos Aires Design que se venden unas latas de conservas vacías, en cuya etiqueta consta que se trata de "aire".

Si, si: "aire"... en lata. Para que se conserve mejor, me imagino.

Unas etiquetas dicen sencillamente "Aire de Palermo", otras "Aire de Buenos Aires". Algunas variedades más específicas ofrecen "Aires de amores nuevos por venir" o "Soplidos de besos, bla, bla, bla". En fin...

Los tiempos del obelisco de ónix, los gauchitos de Molina Campos en cerámica y la billetera de cuero de carpincho ya fueron. Algún genio descubrió que ahora lo que hay que vender es "aire" porque los extranjeros lo compran.

Y cuesta diecisiete pesos con noventa cada lata. Felicitaciones. Eso es un verdadero souvenir porteño. Ojalá que alguien se haga millonario.

domingo, octubre 15, 2006

Sabiduria

No sé que decir. Así que no digo nada.

¿Estaré aprendiendo algo (finalmente)?

lunes, octubre 09, 2006

Nuevo amor.


¡Ay! Hacia tanto tiempo que River no me daba una alegría como la de hoy, que ya había empezado a olvidar lo que era ser auténticamente feliz. Pero esta tarde, los chicos de la Banda me mostraron que cuando parece que no hay futuro, siempre surge una luz de esperanza al final del túnel.

Llegué a Buenos Aires el lunes pasado y desde entonces no paro de sentirme cada vez mejor. Claro que ella tiene todo que ver. Y hoy River coronó mi alegría, demostrando que cuando algo está bien, puede estar cada vez mejor. Ahora sé que cuando me vuelva a Sao Paulo, me iré con la certeza de tener un nuevo amor. Y no se tratará de Fernando Bellluschi solamente. Aunque ya eso sólo sea bastante.

domingo, octubre 08, 2006

Confianza

- Yo confío en él -dijo ella, que es judía y tiene las tetas como dos melones. Y después agregó- Confío en él en base al espionaje.
- ¿Cómo?
- Claro. Yo lo espío, compruebo que se porta bien y entonces confío. Y te juro que es una confianza plena.

jueves, octubre 05, 2006

Abracadabra.

Cuando Bianquita tenía dos años y medio, andaba en pañales de acá para allá con sus rulitos, tan linda ella que yo me desesperaba por darle unos besos y unos mordiscones. Pero bastaba que tratara de alzarla en brazos, para que la pequeña hija de mis amigos empezase a chillar, interrumpiendo todas mis tentativas amorosas.

Un día su hermano Lucio me mostró que Bianca le tenía pánico a una máscara de goma que él guardaba en un cajón con sus juguetes preferidos. Bastaba que Lucio se pusiera esa máscara para que Bianca empalideciera y corriera desesperada a los brazos de sus padres. Obviamente, le prohibieron a Lucio que siguiera aterrorizando a su hermana con esa vil treta. Pero la pequeña, igual que el perrito de Pavlov, ya estaba condicionada. Sólo hacia falta que se le mencionara la máscara para que el recuerdo del terror sentido proyectase una sombra de pavor sobre su rostro.

Yo seguí intentando agarrarla y besarla, y ella siguió resistiéndose. Pero entonces yo decía las palabras mágicas:
- ¿Y dónde está la máscara?
Bianca se paraba en seco. Olvidaba todo lo que estaba haciendo y estiraba los brazos para que yo la levantase.
- Merá mero'ra máscara - susurraba mirando alrededor-.
- No te preocupes que no la vamos a dejar que venga. Ahora, ¿no me darías unos besitos?
Y la chiquita me llenaba de amor.

Moraleja: en materia de mujeres, si encontrás la manera de darles la seguridad que buscan, hasta las más difíciles se rinden sin condiciones.

miércoles, octubre 04, 2006

Geometría & perspectiva.

Hace un tiempo, en una de esas conversaciones de sobremesa que parecen una sesión de psicoanálisis o la visita anual al confesionario, le dije que yo en las relaciones de pareja tenía ‘tendencia a triangular’. Hoy, después de un comentario mío que no le cayó del todo bien, saltó como leche hervida y me sorprendió diciéndome:

- Y encima no es que seas un cabrón que se coje a la mujer de algún amigo o a las amigas de tu novia, sino que tenés ‘tendencia a triangular’.

Tal vez -pensé yo-. Es otra forma de verlo. Pero me pareció mejor no decir nada y acordarme de callarme la boca más seguido.

domingo, octubre 01, 2006

De magos, reyes y caballeros.

1.
Merlín le dice a Arturo, cuando se queja amargamente de haber sido vencido en un encuentro de caballeros.
- Hablas como un niño. No como un rey o un caballero, sino como un niño lastimado y rezongón. De lo contrario sabrías, mi señor, que un rey vale más que su corona y un caballero mucho más que su espada. Te portaste como un caballero al enfrentar a Pellinore sin armas.
- Y me derrotó.
- Te portaste como un caballero. A todos, en alguna parte del mundo, nos aguarda la derrota. Algunos son destruidos por la derrota y otros se hacen pequeños y mezquinos a través de la victoria. La grandeza vive en quien triunfa a la vez sobre la derrota y sobre la victoria.

2.
- Eres un hombre prodigioso – dijo Arturo a Merlín mientras cabalgaban-. Siempre te envuelve un misterio, como a un sueño. Aclárame tu profecía: ¿es verdad que debo morir en batalla?
- Es voluntad de Dios que seas castigado por tus pecados –dijo Merlín-. Pero debes alegrarte, pues tendrás una muerte digna y honorable. Yo soy el único que debe estar triste, pues mi muerte será vergonzosa, fea y ridícula.
Un nubarrón manchó el cielo y el viento sibiló velozmente en la enrramada.
- Si sabes como vas a morir –dijo el rey- quizás puedas evitarlo.
- No –dijo Merlín-. Es tan imposible de alterar como si ya hubiese ocurrido.
Arturo observó el cielo.
- Es un día negro –dijo-, un día turbulento.
- Es un día, un día como cualquier otro, mi señor. Es tu alma la que está negra y turbulenta.

3.
Cuando la doncella enviada por la Dama Lyle de Avalón mostró en la corte del Rey Arturo la espada que ceñia a su cintura, explicó que así debía cargarla hasta que un caballero de honra y bravura, de buena fama y sin mancha la tomase. Arturo le dijo entonces que había allí muchos nobles varones de honra y que él mismo haría el primer intento. Aunque tiró con todas sus furzas, no pudo sacar la espada de su vaina.
- Señor –dijo la doncella- es innecesario que recurras a la fuerza. El caballero a quien está destinada la tomará fácilmente en sus manos.
Arturo se volvió hacia sus hombres y les dijo.
- Ahora intentádlo vosotros, uno por uno.
- Quienes lo intentéis –dijo la doncella- estad seguros de no haber cometido deshonras, vilezas o desmanes.
Entonces la mayor parte de los caballeros reunidos intentó extraer la espada sin éxito alguno. Al fin la doncella dijo con tristeza:
- Pensé que aquí encontraría a hombres intachables y los mejores caballeros del mundo.
- En ninguna parte encontrarás caballeros tan buenos o mejores –dijo Arturo con disgusto-. Lamento que no tengan la buena fortuna de ayudarte.
Un caballero llamado sir Balin de Northumberland había permanecido aparte. Había tenido la mala suerte de matar en justa lid a un primo del rey y, a causa de malignas habladurías, lo habían confinado a prisión durante seis meses. Pero recientemente un amigo había expuesto la verdad del caso y el caballero había recobrado la libertad. Observaba la prueba ansioso de participar en ella pero como había estado en prisión, y era pobre, y vestía ropas sucias y raídas, no dió un paso adelante hasta que todos desistieron de sus tentativas y la doncella se dispuso a partir. Sólo entonces sir Balin la interpeló, diciéndole:
- Señora, suplico a tu cortesía que me permitas intentarlo. Sé que estoy pobremente vestido, pero mi corazón me dice que puedo tener éxito.
La doncella observó ese manto hecho jirones y no pudo creer que se tratara de un hombre de honor y noble ascendencia.
- Señor –le dijo-, ¿por qué deseas someterte a nuevas penurias cuando todos estos nobles caballeros han fracasado?
- Hermosa dama –dijo sir Balin-, la dignidad de un hombre no está en sus hábitos. La virilidad y la honra se ocultan en su interior. Y a veces no todos conocen sus virtudes.
- Hablas con verdad –dijo la doncella-, y has hecho bien en recordármelo.
Y así fue como Balin se acercó a ella y extrajo la espada sin dificultad.

5.
Merlín le dijo al Rey Arturo en una oportunidad:
- Es difícil entrever una aventura por sus comienzos. La grandeza nace pequeña.

("Los hechos y leyendas del Rey Arturo y sus nobles caballeros", John Steinbeck).