lunes, noviembre 13, 2006

Las minas duras bailan solas

Parece que sucedió así: F. se estaba separando de su marido y hablaba con la amiga que conoció por ser pareja de un amigo de su marido.
- Me di cuenta que todo se había terminado cuando me dejó de gustar que me besase. Porque que te cojan, todo bien. Pero que me bese, no da.
Ahí la amiga se sintió identificada, se separó antes que F. y se hicieron más amigas todavía. Los amigos abandonados desaprobaron esa amistad como se desaprueba el contacto íntimo con los leprosos. Días después, las chicas volvieron a hablar por teléfono.
- Me separé de B. Ya no estoy viviendo en casa –dijo F.
- Si querés venir a vivir conmigo un tiempo, yo feliz –dijo la amiga.
- Te lo agradezco, la verdad es que me gustaría.
- Venite entonces.
- Bueno… pero hoy voy a encontrarme con B. Cuando termino te llamo y voy para allá.
- Entonces va a ser tarde, ¿no?
- ¿Por?
- Y… seguro que se va a demorar. Van a hablar, te vas a poner mal, vas a llorar, se te va a tener que pasar y recién entonces me vas a poder llamar.
- Mmm… no es para tanto, no vayas a creer.
- ¿Tipo tres o cuatro entonces?
- Si.
- Igual, sea la hora que sea, me llamás y te venís.
- Gracias. ¿Hay cerveza?
- Seguro.
- Buenísimo.
- La vamos a pasar bárbaro.
- ¡Qué te parece!

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