Finalmente volví a Sao Paulo, la ciudad invisible. Y como era lógico, una vez atravesada la nube de smog bañado de garúa y las hordas del tránsito, se materializó a mi alrededor el mundo mágico de la noche paulista, ese que nunca decepciona y a veces sorprende.
No tenía ni veinticuatro horas de llegado que mi amigo Heitor me avisa:
- Fuiste incluido entre las Celebridades del Mal.
Pregunto con timidez en que consiste ese título de dudoso prestigio y en la explicación que escucho nada me aclara ni del concepto ni del objeto de haber sido señalado como parte de esa misteriosa organización. Pero a continuación pregunto sobre los otros miembros y la mención de sus nombres, uno tras otro, me ayuda a hacerme una idea más acabada de lo que se esconde atrás de ser una Celebridad del Mal.
Si creen que el resto del post consiste en explicar de que se trata, lamento decepcionarlos. Sólo vale decir que al adentrarme una vez más en la noche paulista, reapareció con fuerza la imagen de jungla que ya habíamos comentado en este post inspirado. Así que aprovechamos la ocasión para afinar el nuevo concepto a ser incluido en este manual del cazador avanzado: la Tercerización de la Caza.
- Existe la selva profunda, o mato, donde siempre se trata de matar o morir -explica Heitor-. Después existe la sabana, el campo abierto, donde se practica la caza cuasi deportiva. En la sabana están las gacelas y las cebras, los animales que corren y saltan, que huyen de sus depredadores a la luz de sol mostrando su agilidad y su destreza. En lo oscuro de la selva, donde reina el silencio y la luz del sol es esquiva, los peligros acechan a la vuelta de cada maleza, de cada árbol, hundidos en el fango. Allí no hay amigo ni enemigo. Todo animal que vive es comida.
- Para quien conoce la vida en la jungla -continuo la exposición yo- la sabana es el Paraíso.
-Exactamente -asiente complacido Heitor-. Ese es el punto al que quería llegar. Ahora estamos empezando a usar la estrategia del león.
Sé de que me habla, así que el comentario me sorprende genuinamente. Y digo boquiabierto:
- Entonces hemos llegado al punto más alto de la pirámide: a la Tercerización de la caza.
Mi amigo sonríe y asiente satisfecho. Porque el asunto maravilloso aquí es que el león no caza nunca: la que caza es la leona. El león espera echado a que sus leonas hagan todo el trabajo y le traigan la carne fresca.
Antes de llegar a ser cazador, uno siempre es presa. Son ellas las que nos cazan. Cuando un hombre no quiere aceptar esto como una verdad absoluta, puede asegurarse que todavía no ha llegado siquiera al estado de presa. Es apenas un gatito que corre atrás del ovillo de lana y se entusiasma con el éxito de su hazaña.
Pero cuando se asciende de cazador a león uno ha llegado adonde sólo el Rey de la Selva pudo llegar de verdad: a que ellas salgan de cacería para que uno coma.
Algunos prefieren llamar a las leonas, 'entregadoras'. De amigas, de conocidas, de parientas, de lo que se les pida. Yo prefiero llamarlas leonas. Nadie caza mejor que una leona.
- Así de degenerada está la cosa -concluye Heitor.
viernes, octubre 20, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario