martes, mayo 02, 2006

Che Bajon

Mi hermana vive en Los Angeles hace unos quince años. La piba estudió y se recibió allá, trabaja allá, paga los impuestos allá. Ya está totalmente integrada al american dream y es una privilegiada. Tiene documentos porque le entregó el dulce a un gringo del que unos años después se separó pero ayer igual se quedó trabajando en casa, para hacerle la gamba simbólica a los millones de indocumentados que de esa manera reclamaron un trato digno por parte del gobierno de los EEUU. Era lógico que lo hiciera. Después de todo a mi hermana le gusta la batalla. Es ariana y de cuño peronista, un cóctel explosivo. Y ayer había que estar junto a las bases militantes y combativas aunque no tuviera que lavar vasos o reponer los estantes de los supermercados . Después de todo, me imagino que cantarían los manifestantes: "Si Evita viviera/ sería hondureña."

El asunto es que mi hermana tiene un noviete norteamaricano hace unos cuantos años. No digo novio porque novio-novio no es. Digamos que es un free lance de esos a los que el portero de la compañia lo saluda por su nombre. Es macanudo, divertido, canchero y parece que sabe lo que hace cuando se pone las pilas, porque hace años que mi hermana repite que la relación no tiene futuro pero cada vez que él la busca, resulta que la encuentra. Y así pasan las estaciones y el tren sigue su marcha.

Este tipo, que es un joven profesional de la industria del espectáculo y tiene varios guiones escritos, es inquieto y curioso. El otro día mi hermana fue a cenar con él y le contó una historia jugosa que sabia que él apreciaria tanto como ella.

- Estoy trabajando con un editor que me contó que su padre nació y se crió en la Argentina -le dijo-.
- Mira vos que casualidad - respondió él. Claro que lo habrá hecho en inglés, porque no habla ni una palabra de castellano.
- Si. Y me contó algo super interesante. Sus abuelos irlandeses emigraron a la Argentina como en el año 1840 y se instalaron en el campo. El padre se crió y estudió en Buenos Aires, hasta que en los años cincuenta, ya recibido de médico, tomó la decisión de cambiar de aires y se vino a EEUU. Pero parece que mientras era estudiante jugaba al rugby en un club de San Isidro y era el capitán. Había otro jugador en el mismo equipo con el que tenía muchos roces y pronto estuvo claro que no iban a poder seguir siendo compañeros. Así que lo echó. El jugador echado se fue entonces a otro equipo, en el que acabó conviertiéndose en capitán. Y ese año, los dos equipos jugaron la final, enfrentando a los dos capitanes.
- Ajá.
- Pero ¿sabés quien resultó ser el jugador echado por el padre del editor?
- ¿Quien?
En este momento mi hermana debe haber hecho una pausa para que su respuesta tuviera más impacto.
- Ernesto Guevara... el Che Guevara.
- ¿Quien?

Al principio mi hermana creyó que era una broma. Después se indignó.

- ¿No sabés quien es el Che Guevara?
- Mmm... no.
- ¿Ni por las remeras?
- No.
- Pe... pero ¡vos viste "Diarios de motocicleta"?
- ¡Ah, si! -dijo él reaccionando de repente- ¿Cuál de los dos era? ¿El gordito?

Las relaciones humanas son frágiles. Hay que cuidarse mucho. Hace veinte días que pasó y mi hermana no volvió a coger con él todavía. No sé si lo volverá a hacer. Estados Unidos es un país complicado para encontrar pareja. Así que en el futuro, querida hermana, si alguién te pregunta si tenés a mano los clasificados de los diarios de motocicleta no te alarmes. Hacete la sota, miralo fijo a los ojos y decile con un guiño: "¡Hasta la victoria's secret, compañero!"

2 comentarios:

TVgirl dijo...

Que puedo decir, hermanito? Lo contaste tal cual fue... es bueno entre las sabanas pero en la cabeza, bueno, tiene corcho...

Bola Ocho dijo...

No hay que desesperar. Pero que la situación es grave, es grave.