martes, junio 23, 2009

En el cielo las estrellas, en el campo las espinas...

Siempre dije que los tatuajes me parecían una tontería; una tontería demasiado permanente para ser inocua. "No quiero nada que sea para siempre porque siempre se puede cambiar de opinión" es mi lema y los tatuajes son la perpetuación de la banalidad, del exhibicionismo y de la desorientación adolecente. Ahora parece comprobarse que tanto los que se dejan tatuar como los que tatuan son igual de tontos.

En la ciudad belga de Courtrai, Kimberley Vlaminck, de 18 años, acudió al local del tatuador rumano Rouslan Toumaniantz y le pidió 3 estrellas cerca de su ojo izquierdo. Se durmió durante el proceso y cuando despertó descubrió que Rousian "no había entendido correctamente ni en francés ni en inglés" y le había hecho 56 estrellas en la jeta.

"Me dormí y desperté a esta pesadilla" declaró Kimberly. Por su parte, el tatuador rumano argumentó que al terminar ella estaba contenta con el resultado pero que cambió de opinión luego que su padre y su novio la defenestraron. "Sabía exactamente lo que quería ¡Pidió 56 estrellas y eso es lo que consiguió!" declaró Rousian.

"No puedo salir a la calle, estoy tan avergonzada. Me veo sencillamente horrible" dijo Kimberly, que ya inició acciones legales contra Toumaniantz. El Dr. Jules Clocher, psicólogo, ha dicho: "El trauma que esta chica debe estar experimentando es indescriptible. Se siente como un fenómeno de circo... y tiene razón, porque de hecho parece uno."

Curiosamente, el tatuador es el que no está de acuerdo con ninguno de los dos. A él no le parece tan grave (ver fotos más arriba).

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