miércoles, abril 01, 2009
La selección natural de nosotros los argentinos
Para mi, el titular definitorio del debut oficial del equipo del Diego debería ser:
"Otra vez sopa"
Y no me refiero únicamente a la derrota vergonzosa con Bolivia sino a también a la victoria aplastante contra Venezuela. Los dos partidos de los últimos días funcionan como un acorde que, en mi opinión, revelan con la precisión de un modelo a escala todos los problemas de los competidores deportivos argentinos en particular y de nosotros los argentinos en general.
"Se juega como se es" era la sentencia de cabecera de Pacho Maturana, suscripta por Jorge Valdano en varios artículos. Con ella quería decir que el estilo de juego en el fútbol obedece a una manera de ser, a un espíritu -llamémoslo "nacional"- de cada pueblo. Superficialmente podemos ilustrarlo con la alegría casi carnavalesca de los brasileños para tratar la pelota; a la eficiencia práctica por encima de todo de los alemanes; a la sobrevaloración del sufrimiento durante el juego de los rioplatenses. Pero profundamente se pueden trazar paralelos más interesentes aún, porque no todo es blanco y negro, sino que en los claroscuros se entreven verdades más definitivas de "una manera de ser" nacional.
El partido debut contra Venezuela fue una fiesta. Hubo goles de todos, para que nadie se quedara con la espina. Hasta se estuvo cerca el quinto, con jugada de lujo de Messi que lo hubiera reconfirmado como el nuevo Messías, el sucesor de Maradona que simbólicamente le había dado la camiseta número "10" por primera vez. Poco le importó a todos los que se llenaron la boca con elogios para el nuevo equipo que los venezolanos no cruzasen ni la mitad de la cancha o que fuesen incapaces de hilvanar una jugada y terminarla con mínima decencia. A los argentinos no nos importan los otros; lo único que nos importa es que reconozcan que somos superiores y que actuen en consecuencia, como hicieron los venezolanos.
Pero en Bolivia, frente a un equipo que tenía que respetar el mismo libreto que Venezuela y no lo respetó, la selección chocó de frente como contra un tren. La altura es un atenuante, claro. Pero todos sabían que se jugaba en la altura, no fue una sorpresa de última hora. Son profesionales con experiencia y sabían que se exponían a limitaciones técnicas muy precisas ¿Qué pasó entonces? ¿Tal vez que los jugadores y el cuerpo técnico subestimaron la importancia del rival y la ventaja deportiva que la altura les daba? Como cuando se calcula el handicap, habrán decidido que después del 4 a 0 contra Venezuela en Buenos Aires, contra Bolivia en la altura el resultado lógico seria solamente de menos goles a favor pero nunca de 6 en contra.
Así que otra vez sopa. Argentina siempre peca de los mismos defectos y parece que no hay Dios -ni Maradona- que los corrija. Oscilamos como en el tango, de lo más alto a lo más bajo sin escalas. Todos nos creemos que las cosas "tienen" que ser como suponemos que son y no como consecuencia del trabajo que hacemos o dejamos de hacer.
Ni los jugadores son tan buenos ni son tan malos. Creo que los dos resultados son claramente engañosos del verdadero nivel del equipo. Lo único que revelan es la falta total de planeamiento y de autoexamen. Nadie hizo una evaluación correcta del partido contra Venezuela y eso se pagó caro en el partido contra Bolivia. El egocentrismo argentino nos llevó a creer que el único problema de la selección nacional son las decisiones que se toman dentro del equipo y que los rivales están ahí para hacer de sparrings o de partenaires nunca de campeones o de protagonistas. Que Riquelme si, que Riquelme no. ¿Pueden jugar juntos Messi, Tevez y Agüero? ¿Dejamos la 10 vacante en homenaje al Mejor Jugador del Mundo o la transpiramos? Mientras creamos que esos son los asuntos que importan, más vale que sigamos jugando amistosos en Europa.
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