Toda situación protocolar y al mismo tiempo mediática es lindante con lo ridículo en si misma. Y es obvio que los protagonistas deben ser muy cuidadosos de la rigidez de las formas para no quedar pagando como le pasó a la Presidenta Cristina con el compañero peronista Obama. De todos modos, es muy simbólico. Cristina estaba convencida -nadie sabrá bien la razón- de que el Presidente de los EEUU venía derecho a saludarla a ella. ¿Una muestra más de como los argentinos estamos convencidos de que el mundo gira alrededor nuestro?
viernes, abril 03, 2009
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