domingo, septiembre 14, 2008

Mi vida del revés



A los doce años yo ya tenía resuelto el problema de la vocación y a los quince había empezado a andar el camino hacia mi objetivo. Sin embargo, veintitres años después sigo en veremos con asuntos que tendrían que estar andando desde una década atrás. Como los soldados, empecé al pedo pero temprano. Viví una adolescencia llena de certezas y caí en un mar de dudas en la mediana edad.

Fui un niño con una familia normal: padres divorciados antes de cumplir los cinco. Sólo que tenía un padre que era como una madre y una madre que era como un padre. Mi padre era blando, me escuchaba, me cocinaba y me consentía. Mi madre era la dura; me regulaba el dinero, era el sparring de mis rebeldías y la viva imagen de la determinación.

Profesionalmente, primero tuve un excelente maestro pero un dudoso modelo. En la práctica me enseñó lo más importante de mi profesión pero su enorme talento le permitía ser vago, hedonista y cómodo; sin mucho esfuerzo se mantenía por encima de la línea de flotación, que era lo único que le importaba. Después de él tuve otro gran maestro, que me enseñó a refinar estéticamente todo lo que ya había aprendido y a subir un escalón. Pero, como modelo, en él finalmente sólo encontré egocentrismo paralizante, incapacidad de concretar y el uso de la inteligencia como cortina de humo para no tener que arriesgar un dudoso prestigio. En fin: los dos eran unos genios en lo suyo pero de prontuarios escandalosos. Aprendí todo lo que se necesita para poder realizar menos la decisión de tener que hacerlo. De ellos soy justo heredero.

Ya a los veinte años tenía una vida estable y organizada. Depto, auto, novia con hijo prestado. Veraneaba todo Enero y cobraba sueldo el cinco de cada mes. Ahora que soy un adulto cercano a los cuarenta no sé bien en que país vivo, un día estoy acá otro día allá, tengo gato en una ciudad y auto en la otra. Las estaciones me duran una quincena viajando de un hemisferio a otro a cada rato. Si en mi tierna juventud me comprometía profundamente en cada relación aunque fuera a durar un fin de semana, ahora tengo terror de comprometerme aunque estemos marchando hacia las tres Navidades juntos.

Me han dicho que antes parecía más viejo que lo que parezco ahora. No sé que pasa conmigo. Todo al revés, como en Japón. Al final resulta que soy como Superman Bizarro.

1 comentario:

TVgirl dijo...

que bueno el post hermano mio. muy interesante tus observaciones.