Vi el primer tiempo de Japón contra Australia en el aeropuerto de Atlanta de audaz, porque me metí a toquetear los canales y encontré la trasnmisión. La prueba de que los gringos están completamente ajenos al mundo es que a las 9 AM lo que había sintonizado en todos los televisiores era el noticiero económico o torneos de golf, como si la Copa del Mundo fuera algo que se juega fin de semana por medio. Después vi el final de EEUU contra República Checa al desembarcar en el aeropuerto de México D.F., y la repetición de los tres golazos que se comieron los yanquis entre suspiros de velada alegría de los aztecas a mi alrededor. Pero les confieso que después del tercero me dio miedo. Pensé que tanto baile de repente se podía considerar agresión a la libertad; y que en el tiempo suplementario George W. Bush podía ordenar el bombardeo de Praga y el enjuiciamiento del árbitro y de Pavel Nedved.
Después mientras iba al hotel escuché Italia – Ghana por radio, parado en el inmóvil tránsito de esta ciudad monstruosa. Ahora ya no sé como sigue la historia. Veré el partido de Argentina contra Serbia y Montenegro aquí en el DF y seguramente contra Holanda en Brasil. Lo único que si sé es que este mundial para mi esta realmente mundial. Todavía sé que puedo terminar en Alemania.
martes, junio 13, 2006
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