jueves, junio 22, 2006

La Muerte le sienta bien


En México la muerte como fenómeno es una cuestión capital en la cultura. Y en Guanajuato, un estado al norte del D.F., sucede un fenómeno natural que no deja de impresionarme por lo surrealista y mexicano, aunque ambos términos son prácticamente una redundancia. Ya hace muchos años, se encontraron allí unas momias perfectamente conservadas que hicieron célebre a la región en el ámbito arqueológico. Pero lo que se descubrió además, es que el sorprendente buen estado de conservación de las momias no se debía a un proceso científico avanzado que hubiese conocido ese pueblo, sino por un singular fenómeno geológico. Parece que por alguna combinación química del suelo o de la ventilación del aire y la altura, todo lo que se muere y se entierra en Guanajuato se momifica. Así como lo oyen, señores. Y eso pasa con cajón o sin él. Ningún indio quizo que se conservara su cuerpo para que los arqueólogos lo revuelvan ochocientos años después. Es sencillamente que no se pudren bajo tierra, como no se pudre nada de lo que se haya enterrado desde entonces hasta la fecha. Así que miles y millones de momias se amontonan en las entrañas de Guanajuato, generación tras generación. Debe haber hasta momias de perros y de gatos, de caballos y de pollos junto a las de los guanajuatenses que desde entonces no paran de fantasear con el día en que todos esos cuerpos vuelvan de la muerte. Y si no creen en esta fantasía colectiva, vean “Santo contra las momias de Guanajuato”, su mejor película.

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