lunes, enero 30, 2006
Mundos in mundos
Observo el movimiento incesante de la gente en la calle, un día laborable en microcentro. Autos que van y vienen constantemente sin chocarse, personas de todo tipo y edad circulan en un flujo constante ocupados de sus propios problemas ¿Pero qué pasaría si imaginamos que la individuación tal como la entendemos es apenas una de las construcciones posibles de la mente? Quiero decir, que cuando yo miro a la gente en la calle veo (porque así lo he aprendido) individuos independientes. Pero también podríamos determinar, por ejemplo, que el individuo verdadero es la sociedad y las personas apenas la unidad mínima de su funcionamiento. Si una bomba destruye a una ciudad podremos decir que mató a equis número de personas que vivian allí, pero también que eliminó a tal sociedad como si fuese la vida de alguien particular. Después de todo, también cuando un individuo muere, millones de células dejan de funcionar, decenas de órganos cesan su actividad. Desde este punto de vista, la vida de una persona puede interpretarse simplemente como la vida de una célula perteneciente a un organismo mayor, que como tal no necesita ser absolutamente consciente de su condición dentro del todo para cumplir su función. El cuerpo es un conjunto de diversos órganos, células, tejidos, flujos, todos distintos y singulares en sus tareas, preferencias y ritmos, tal como los seres individuales parecen ser distintos dentro de un grupo social a pesar de sus semejanzas básicas. Ser singular no parece ser determinante de individuación bajo este criterio. De repente una enfermedad ataca a un sector, o un corte provoca la pérdida de sangre de un dedo; centenas, miles de células que mueren en el pelo que es cortado o que se reproducen el el crecimiento de los músculos; millones de espermatozoides que se pierden en el semen que es vertido; un órgano se adapta a condiciones de actividad sobre-exigentes o sub-exigentes a las que es sometido. Glóbulos que vienen y van incesantemente por las autopistas de las venas, las neuronas que descargan su electricidad y las hormonas que provocan revoluciones constantes. ¡Tanta lucha, tanto sacrificio diario! Y sin embargo es el cuerpo quien sigue siendo la verdadera unidad que contiene a todas estas “individualidades” y sus conflictos “personales”.
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