Paula y Mariana son una pareja de chicas. Salimos una noche juntos y después de ir al teatro, arriba del auto sale el tema de a cual restaurant ir a comer. Yo me acuerdo que Paula está haciendo una dieta de depuración macrobiótica y amablemente abro el paraguas.
- Che, no sé como quieren hacer. Porque vos, Paula, no podés comer nada. ¿Quieren que vayamos a mi casa y preparamos alguna cosita?
- No hace falta -dice Paula- Vamos a cualquier restaurant que ustedes quieran que yo me arreglo con una ensalada.
- ¿Seguro? -pregunta su novia.
- Si. Antes de salir para el teatro me avivé que esto iba a pasar y comí algo para no tener tanta hambre después.
- ¡Ah! -dice Mariana- ¿Qué comiste?
- Me comí medio nabo.
Paula hace un guiño inocente, orgullosa de lo avispada que estuvo y mientras yo me quedo pensando en el sentido sutil de la expresión, Mariana interviene sin pensar en lo que dice.
- Nabo… ¿y que gusto tiene el nabo?
- Es más o menos rico, pero cansa.
- Debe ser aburrido, ¿no?
- Por lo menos te llena.
- Nunca probé nabo -dice Mariana, como haciendo memoria-. Pero me imagino que no me gustaría.
- Puede ser -intervengo yo que no aguanto más-, pero nunca se sabe. Conozco a un par que le tenían idea y ahora hay que fajarlas para que lo larguen.
sábado, enero 28, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario