En ‘High Fidelity” de Nick Hornby, el protagonista Rob Fleming tiene una conversación telefónica intrascendente con su suegra, que evidentemente aún no fue informada por su hija que acaba de abandonarlo. Como Rob piensa que no es conveniente que sea él quien se lo diga, se da el siguiente fin de diálogo y su consecuente reflexión:
- ¿Laura está ahí?
Interesante. Ella no llamó a su casa. ¿Alguna señal de culpa tal vez?
- No está, lo lamento. Está en la casa de Liz. ¿Quiere que le diga que los llame cuando llegue?
- Si no llega demasiado tarde.
- Muy bien.
Y esa es, probablemente, la última vez que hablaremos. “Muy bien”: las últimas palabras que le digo a alguien de quien estuve razonablemente próximo antes de que nuestras vidas tomasen direcciones diferentes. Extraño, ¿no? Uno pasa la Navidad en la casa de la persona, se preocupa con las operaciones que se hace, le regala flores, besos y abrazos, la ve en camisón… y de repente, bang, eso fue todo. Terminado para siempre. Y tarde o temprano habrá otra madre, otra Navidad, más varices. Son todas iguales. Sólo cambian las direcciones y los colores de los camisones.”
lunes, febrero 20, 2006
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