miércoles, febrero 08, 2006
Doble vida
Se termina mi temporada en Buenos Aires. Agarro la valija en mi casa, saludo a mi gata, me despido de mis libros, de mi ropa en el placard, de mi almohada y pienso en las cosas que dejo pendientes. En el baño se queda mi cepillo de dientes, la afeitadora y el desodorante porque no los necesito. Tomo un taxi (negro con techo amarillo), bajo en Ezeiza y me subo a un avión con cierta tristeza. Guardo el celular porteño y al llegar a Sao Paulo, como si fuera un agente secreto, prendo el celular brasileño y me transformo en una persona con una agenda distinta. Tomo un taxi (blanco con techo azul), bajo en mi casa, prendo las luces y miro los libros que me esperaban hace más de un mes. Acá no tengo gata (aunque varias veces me imagino que una se asoma por la puerta), así que saludo a mis libros, a mi almohada, mi ropa en el placard y pienso en las cosas que había dejado pendientes aquí y que voy a resolver a partir mañana. Me baño, me cepillo los dientes y me afeito con todos los elementos que son iguales a los de Buenos Aires (ventajas del Mercosur, supongo). Al mirarme en el espejo empañado se me ocurre decirme, como si mi reflejo pudiera responderme algo respecto de esta curiosidad de tener dos casas: “Decime, ¿qué carajo es lo que estás tratando de experimentar?”
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1 comentario:
estas experimentando lo que siempre soñaste.
vivilo y saca provecho!
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