En Buenos Aires nieva. Detesto el frío, lo que me emociona es el mar en verano no la nieve. Lo primero que se me ocurre es "debe ser culpa de Menem". Después me corrijo yo solo y digo: "No. La culpa de esto debe ser de Macri". Macri o Menem dan lo mismo para los resentidos de siempre así que no me preocupo. Pero es obvio: no pasaba hace ochenta y nueve años y pasa justo ahora, después de las elecciones, ¿quién me va a negar lo innegable? Después veo que la gente está contenta y entonces los argumentos se me desvanecen como estos copos de nieve con los primeros rayos del día. Si los chicos juegan y las parejas enamoradas se hacen fotos esto no puede ser obra de la derecha, me digo. Confundido, saco la cabeza por la ventana de mi dormitorio en San Pablo buscando refrescar las ideas. Pero acá la temperatura es de veintisiete grados y al final tengo que elegir una camisa de manga corta para no pasar calor en la calle. Así que mientras concluyo maquiavélicamente que esto de la nieve tiene que ser una nueva estrategia de Kirchner para distraer la atención de la opinión pública, me tomo un jugo de mamão com laranja y me rio de janeiro.
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