Campeón

Si me molestase que en la capital haya ganado Macri seria solamente por que me recuerda que los bosteros últimamente ganan arrasando. Pero igual no me molesta. Diría que me gusta. Que me gusta tanto que casi casi que me olvido que es bostero. No es santo de mi devoción -confieso que también más por bostero que por cualquier otra cosa- pero creo que para el país es saludable que haya ganado dando semejante paliza. Era hora de que apareciera alguien con un poco de poder para ensombrecer el absolutismo ilustrado del emperador Kirchner -que de paso perdió en Tierra del Fuego también y encima contra la candidata del ARI, para que nadie venga a agitar el fantasma del neoliberalismo que vuelve-.

Pero siguiendo con las metáforas futbolísticas para la vida política argentina, me sorprende que la gente siga odiando a Macri rabiosamente -acusándolo de corrupto, de inútil, de nene de papá, de títere del empresariado, de ignorante- después de que bajo su gestión el club de Boca Juniors no sólo recuperó el status internacional que había perdido tristemente, sino que triplicó todos los lauros que había obtenido en los setenta años anteriores.

Tampoco era un "dirigente futbolístico con experiencia", como les gustaba defenestrarlo los otros caudillos y el propio presidente de la AFA. Y cometió varios traspiés hasta conseguir lo que había prometido que iba a conseguir. Pero lo consiguió.

Igual nadie lo quiere, claro. Mauricio no nació para ser "popular". Tampoco nadie quiere acordarse de las barbaridades que dijeron de él cuando asumió la presidencia de Boca porque ya les cerró la boca a todos. Los resultados están a la vista; el cariño de la gente igual no aparece. Lo votan calladito, como lo votaban a Menem... ¡ups! Perdón, se me escapó.