A la pequeña L. siempre le gustaron los Atlas Geográficos del Mundo, los mapas y "las bolas del mundo" como le dicen cariñosamente en el lugar donde ella nació. Llamar así a los globos terráqueos me hace evocar automáticamente esos sitios que uno fisiológicamente tiende a llamar ombligo del mundo o culo del mundo. El punto es que L. cree que en ninguna casa que tenga la pretención de ser un hogar puede faltar un Atlas Geográfico del Mundo, donde uno de buenas a primeras pueda buscar la superficie de cualquier nación desgraciada, su cantidad de habitantes o ver como se disponen sus ciudades en el territorio. Cuando me lo dijo, no sé porque me acordé inmediatamente de un amigo que había salido de un largo proceso de rehabilitación por consumo de drogas varias y había empezado a hacer terapia... cinco veces por semana. Un día me lo encontré en la calle bastante perdido y me dijo:
- Estoy yendo a comprarme un planisferio.
- ¿Para qué?
- Me lo pidió mi analista.
- ¿Para qué? -insistí.
- No sé.
- Me imagino que será para que veas en que lugar del mundo estamos. ¿Te pidió que fuera geográfico o político?
- No me dijo. ¿Cual es la diferencia? ¿El geográfico es el redondo?
Parece que ayer L. fue a comprar un Atlas Geográfico del Mundo para dejarle de regalo a su ex-novio en la casa que fue de los dos.Claro: es que el de ella, se va con ella y hay que encontrale reemplazante. Recorrió todas las librerías que pudo y no encontró ninguno. En la última se quejó bastante enojada:
- ¿Cómo puede ser que no haya un puto Atlas del Mundo y haya cincuenta libros de fotos de la Patagonia?
lunes, mayo 22, 2006
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1 comentario:
Yo pienso lo mismo que L... cuando estaba casada compramos uno juntos pero él se llevó y yo me quedé sin saber dónde vivo...
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